Historia de los banquetes: algunos datos curiosos
Cuando pienso en la historia de los banquetes me llegan a la mente dos imágenes literarias. Una de ellas es Gargantúa y Pantagruel, de Françoise Rabelais, con su humor y excesos, vinos y apetito pantagruélico. Otra es la de esos 300 platillos con “gallinas, gallos de papada, faisanes, perdices de la tierra, codornices, patos mansos y bravos” que comía el emperador Moctezuma y que menciona Bernal Díaz del Castillo en su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España.
Sergio Camacho, chef y director de Alimentos y Bebidas de Banquetes Ambrosía en Paralelo Norte 2017, recordó algunos momentos clave de estos eventos sociales a través del tiempo, que pueden resultarnos extraños, graciosos o sorprendentes. ¡Vamos a dar un breve viaje por el tiempo para conocer la historia de los banquetes!
Grecia y Roma: banquetes, diálogos y prestigio
Una referencia histórica que este especialista recuerda es el célebre Banquete de Platón, en el cual cinco comensales, entre copa y bocado, disertan sobre el amor y otros temas filosóficos. Imagina: es como si aquello que tú y tus amigos divagan en sus reuniones quedara en un documento para la posteridad.
Las pinturas, las vasijas, las esculturas y los escritos griegos y romanos dejaron testimonios de que algunas veces los comensales se acomodaban, tumbados sobre cojines, que bebían vino, comían con las manos y había música y declamaciones durante los convites.
Es importante decir que las clases privilegiadas romanas mantenían su prestigio a través de estos encuentros y que si bien se conoce por regla general que habían excesos (tales como orgías y atascarse de comida hasta vomitar para empezar de nuevo), no todos los banquetes eran así.
Época Medieval: clave en la historia de los banquetes
Ahora que Game of Thrones es tendencia, tienes muy fresca la imagen de los banquetes llenos de opulencia y abundancia. Sergio cuenta que es en este momento en el cual se generan estructuras culinarias y se empiezan a crear utensilios para comer que no existían tiempo atrás.
La cuchara era el más usual, pues el 70% de la comida en banquetes eran potajes. Sin embargo, era más común comer con las manos. Para limpiarse, existían platos hondos con pétalos de rosa.
En cuanto a los tiempos, primero se daban las frutas de temporada, después los caldos y luego las carnes de caza (perdiz, ciervo y jabalí). Posteriormente, era el turno de los animales de corral, como gallinas y cisnes. Se acababa lo salado con res, ternera y buey; y para cerrar con broche de oro, se comían los postres. Como dato cultural el pescado no era parte de los menús.
Extravagancia en la historia de los banquetes
Entre algunas de las excentricidades que se registran en la historia de los banquetes Sergio Camacho cuenta que Ludovico Sforza, Duque de Milán y mecenas de grandes artistas como Leonardo da Vinci, invitaba a todos a comer y después de las más de 50 viandas que se servían, tenía del lado derecho un conejo vivo amarrado que servía de servilleta.
Otro personaje que gustaba de servir bacanales era el Papa Clemente VI, quien una vez mandó a hacer árboles de plata para colocar fruta seca y que fuera tomada de ahí por sus convidados. Él también tapizó paredes enteras con carne para que sirvieran como plato.
El banquete del faisán que celebró Felipe El Bueno, Duque de Borgoña en 1454, dejó registro en la historia como uno de los más extensos: 44 tiempos. Y no, no eran porciones como las que ahora vemos en los restaurantes contemporáneos, sino lechones y vacas enormes que debían acabarse “en una sentada”, porque si no era considerado descortesía con el anfitrión. ¿Cómo ves?
Banquetes en el arte
Hay tantas referencias respecto a la historia de los banquetes en el arte, que solo daré algunas recomendaciones de tres de mis preferidas a fin de que investigues más sobre el tema:
1. El libro de la almohada, de Sei Shonagon
Sei Shonagon, dama de la corte de la emperatriz Sadako, vivió en el siglo X en Japón y escribió este libro a manera de diario. Sus ingeniosas listas inspiran para hacer las propias sobre lo amado, lo odioso y todo lo que compete al mundo de la sensibilidad. Ella narra la belleza de los vestuarios, las comidas y la etiqueta en los banquetes de su tiempo. El director Peter Greenaway se inspiró en esta obra para realizar El libro de cabecera.
2. El Gusto, de Jan Brueghel el Viejo y Rubens
Esta es una de las colaboraciones entre ambos artistas que conforman un conjunto de pinturas que representan la alegoría de los cinco sentidos. En el centro se ve una mesa con delicias, así como a dos invitados, una mujer y un sátiro que le sirve agua en una copa. La pincelada de Rubens se observa en el tratamiento del ropaje de la doncella, de gran riqueza cromática. En la parte superior, hay dos cuadros colgados de las paredes que también son alusivas a festejos de vino y comilonas.
3. La gran comilona, de Marco Ferreri
Este genial y dramático filme logra hacer una crítica al exceso que representan los banquetes y sus anfitriones con una serie de amigos que deciden tomar una decisión drástica después del banquetazo. Todo lo que se prepara comienza siendo antojable para el espectador hasta que todo se torna extraño y desagradable. Es una joya del cine italiano que debes ver.
Fiestas patronales, banquetes a la mexicana
Las fiestas patronales en México de las que te he contado en distintas ocasiones en mis historias son también auténticas comilonas con todo un significado detrás: no es lo mismo hacer un mole de casa que uno para una boda o mayordomía, no es igual un atole de diario que un tesgüino. Los banquetes mexicanos tienen detrás el sentido de darle al otro como muestra de cariño y es un apapacho en forma de comida, con su propia dinámica y parafernalia.
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Ahora que ya conoces un poco más de la historia de los banquetes, te invito a conocer los consejos del chef Sergio Camacho para los banquetes contemporáneos.
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3 Comentarios
Me encantan tus publicaciones Mariana!!!!Saludos!!!
Muchas gracias por leerlas, Rose. Saludos. 😀
[…] pareja tenía que tener por lo menos siete años de noviazgo, y en la ocasión se celebraban grandes banquetes, colocando el novio en el dedo de la novia un anillo, que era primero de hierro y luego de oro. […]