3 raperos en lenguas indígenas, sus historias y sonidos
Sus voces retumban en la fachada de la Catedral Metropolitana, lo hacen también en la del Palacio Nacional, el Antiguo Palacio del Ayuntamiento y el Edificio de Gobierno. Lo que parecía improbable hace unos años, ahora sucede: decenas de oídos las escuchan con atención e intentan descifrar cada una de las palabras pronunciadas. Los sonidos son diferentes, pero después de un rato se vuelven familiares entre las personas que se dieron cita en la plaza principal de la ciudad de México, para ser parte de la Fiesta de las Culturas Indígenas.
Las rimas de los raperos Víctor, Alfredo y Juan son en mazateco, cuicateco y totonaco, tres de las 68 lenguas indígenas existentes en México que pocas veces se hablan con tal volumen, debido a la discriminación, la homogeneización lingüística y la falta de transmisión generacional.
Pero hoy se escuchan en todo el Zócalo. Y así, con el máximo de las bocinas, las letras resuenan, lo mismo que el orgullo de estos tres artistas de ser hablantes de lenguas indígenas.
Aquí sus historias.
3 raperos en lenguas indígenas
El hip hop no discrimina: Morales Rap
A Víctor Manuel Morales, mejor conocido como Morales Rap, sus padres, provenientes de San José Tenango, Oaxaca, le heredaron el mayor tesoro de la familia: el idioma mazateco. Oriundo de Oaxaca, este chico conoció el hip hop a los 12 años.
Víctor recuerda que primero fueron las letras de Control Machete, Mr. Duende, Sinful y KintoSol, que denunciaban la injusticia de los grupos más vulnerables y marginados, las que llamaron su atención. Luego fueron las sonoridades, mismas que terminaron por construir ese espejo donde hoy se mira y encuentra.
La cultura del hip hop para Víctor es un lugar sin fronteras en el que todos pueden entrar, no importa si hablan español o mazateco. “El hip hop no discrimina”, dice el rapero de 22 años. Es por esto que a través del rap expresa lo valioso que es sentir orgullo de uno mismo y de sus raíces.
“A mucha gente que no habla la lengua le ha gustado mis letras” explica. “El rap es una manera de hacer llegar a otras personas mi mensaje, y de hablarles sobre la cultura mazateca. El rap es mi vida”.
Facebook: Morales Rap Mazateco
En busca del rescate: Yune Va’a
Alfredo Díaz nació en el municipio de Santa María Pápalo, en Cuicatlán, región cañada de Oaxaca. A los 11 años, este joven cuicateco emprendió el viaje por la ciudad de su estado, luego se detuvo en Puebla y Texcoco, donde actualmente radica. Los viajes continuaron en la vida del joven artista. El siguiente que realizó fue a los 15 años, y esta vez el destino se llamó música.
Con la inquietud de plasmar las vicisitudes de su pueblo y otros que son originarios de México, Alfredo comenzó a escribir rimas en su lengua materna. Luego quiso interpretarlas, así tomó las bases del hip hop para fusionar ambos intereses. Su entrada al rap fue natural y dio origen a la canción “En busca del rescate”, único tema que ayudó a la construcción de su carrera y al lanzamiento de su primer álbum DBAKU.
Como esta, las demás letras del rapero de 23 años, conocido como Yune Va’a, hablan sobre la cosmovisión de la cultura cuicateca, la vida cotidiana de la gente, las tradiciones y costumbres y el modo de vida en el campo.
Alfredo dice que su meta es hacer a las comunidades indígenas presentes en una sociedad que históricamente las ha negado. “Busco crear conciencia en la población para que no pierdan los saberes que han heredado de sus antepasados, y que los jóvenes practicantes del cuicateco no olviden sus raíces”, precisa.
Facebook: Yunevaa
La música me hace visible ante la gente: Juan Sant
Juan Santiago Téllez odiaba que sus padres lo regañara por hablar totonaco, su lengua materna. Ellos no querían que fuera discriminado. Como este episodio hubo más en la vida del artista de la Sierra Norte de Puebla que lo incitaban a negar quien realmente era. Las canciones de Eminem llegaron a su vida cuando tenía 15 años, y fue con este primer acercamiento que se animó a liberar sus sentimientos y experiencias relacionadas al racismo que vivió de pequeño y continuaron al llegar a la ciudad de México.
Las burlas, los insultos y la privación de oportunidades laborales no detuvieron a Juan Sant. Él aprendió español leyendo periódicos, libros y revistas. Su vocabulario más tarde lo mezcló con el de la lengua materna y así halló una forma para expresarse tal cual es y no como otros querían que fuera.
El rapero de 33 años dice que en el hip hop encontró un lugar donde puede ser él mismo, donde no tiene que fingir. Para Juan Sant, esta música es poesía y una forma que le permite ser visible.
“Tú puedes ver un árbol, pero los árboles no hablan. Tú puedes ver a un indígena, pero si no habla no puedes saber qué siente, qué lo hace feliz, qué lo molesta”, ilustra. Cuando yo hago rap me siento visible ante la gente; cuando no lo hago, me siento uno más”.
Facebook: Juan Sant
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