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Un paseo inolvidable por Celestún, entre manglares, playa y flamingos

Un paseo inolvidable por Celestún, entre manglares, playa y flamingos
  • Publicado28 marzo, 2019

Hace ya varios años que veo en las redes sociales de conocidos y desconocidos, impresionantes fotos de flamingos. Tenía tantas ganas de ir que no pude posponerlo más y me lancé a Yucatán para vivir de cerca la experiencia. La Reserva de la Biosfera Ría Celestún es uno de los destinos más bellos del país y después de tan solo unos minutos en este destino, entendí por qué tanta foto y tanta protección.

Hoy te hablaré un poco de mi experiencia por Celestún, las maravillas que hay por ver y todos los detalles para que cuando te lances, sepas justo a dónde, cuánto, dónde y cómo.

De Mérida a Celestún

Mi primera parada durante el viaje fue Mérida, una ciudad realmente hermosa de la que te contaré en otro momento. Para llegar de Mérida a Celestún me dirigí a la Terminal Oriente ubicada en la esquina de la Calle 67 y 65. El costo del camión es de $60 pesos y salen, de acuerdo a la hora, cada 30 minutos a una hora. El trayecto es de 2 horas y si logras mantenerte despierto, podrás admirar paisajes diversos que van de grandes áreas verdes a pequeños poblados.

Desde que bajas del camión el calor se siente diferente, ese que solo se experimenta en la playa con un poco de esa brisa característica que huele a mar, a sal, a paz. Ahí, afuera de una estación sencilla hay varios lugareños que te ofrecen el famoso tour para conocer los manglares y sus habitantes más famosos: los flamingos.

Antes de dirigirte a la playa e iniciar el recorrido, date una vuelta por el centro, es bastante pequeño, pero acogedor.  Y es justo ahí donde encontrarás las grandes letras que ya se han convertido en referente para las grandes fotos que van a parar a las redes sociales y que, obvio, no tomé.

Celestún
Foto: Fernanda Martínez

El inolvidable paseo por Celestún

Ya en la playa, las opciones para contratar el tour son varias. El costo es de $300 pesos y dura aproximadamente dos horas. La lancha es para 8 personas, pero aunque no lleves suficientes acompañantes, los lancheros hacen la chamba y juntan los grupos. Ahora que si solo quieres ir con las personas que conoces, lo que queda es negociar con los lancheros para que te den precio.

Celestún
Foro: Fernanda Martínez

La primera parte del trayecto es el recorrido por la costa y la zona en la que todos los pequeños barcos y lanchas pesqueras se resguardan. Grandes pelicanos pasean cerca de la lancha y de vez en vez despliegan sus alas para dejarse fotografiar.

Poco a poco se va divisando la zona de manglares, esa en la que el agua dulce y salada se une y el paisaje pasa de arena color hueso con toques amarillos, a verdes manglares que contrastan con el azul intenso.

Durante el paseo, es posible mirar a la distancia a los pescadores en sus pequeños botes en los que a lo mucho cabrían dos personas. El guía comenta “aquí nadie se muere de hambre, el entorno nos da, nos regala la comida para nosotros y nuestras familias. Pero eso sí, hay que corresponderle cuidándolo, respetándolo”.

Por esto, él y varios pescadores de la zona salen cada mañana a limpiar las aguas que de vez en vez se ensucian de basura tirada por turistas irresponsables. A lo lejos se ven botellas flotando en el agua, pero el guía, ante un comentario de indignación por parte de una de las turistas nos cuenta que las botellas que recogen las usan para marcar las trampas de los peces y así, evitar que sea más basura.

Foto: Fernanda Martínez

Flamingos, un deleite que tienes que experimentar

Cuando por fin el guía dijo “vean allá, a lo lejos, esas pequeñas manchas rosas” todos nos paramos, la emoción se notaba en nuestras caras, las cámaras de los celulares se activaron y, a mí, el corazón se me aceleró como esas veces en las que divisas a tu crush a lo lejos.

Imponentes, hermosos, elegantes, impresionantes, bastante más altos de lo que pensaba tras ver las fotos y de un color tan bello que sentirás que la cámara no hace justicia suficiente. Así son los flamingos.

El guía explica que cuando el agua sube, esta bella especie se va del lugar, debido a que no puede alimentarse si el agua le sobrepasa el pecho, por esto, la mejor temporada para ir es en otoño e invierno, ya que muchos migran a otras zonas como Las Coloradas.

Celestún
Foto: Fernanda Martínez

Ojo de Agua Baldiosera

Por si este deleite visual no fuera suficiente, nos dirigimos a un ojo de agua natural incrustado en el manglar, en el que es posible nadar, así que lleva tu traje de baño ( no como yo que en un descuido olvidé llevarlo y tuve que comprar uno por ahí ) y procura no usar bloqueador.

La belleza de este sitio es imponente, es una prueba de la magia de la naturaleza. El agua es cristalina y en una parte del ojo es posible ver la pequeña corriente que se forma debido a la presión con la que la tierra expulsa el agua de su interior para nutrir este cuerpo de agua.

Tras el recorrido y las altas temperaturas propias de la zona, el chapuzón será realmente gratificante. Si tienes goggles o visores no dudes en llevarlos, porque los peces, las rocas, las enormes raíces de los manglares se divisan en las profundidades de este ojo de agua natural.

Ahí, aparentemente en medio de la nada, estaba yo, flotando en aguas tan cristalinas que, incluso, son catalogadas como curativas por los minerales que la tierra le añade de sus entrañas. La sonrisa y la paz son inevitables. Sin duda, uno de los lugares más hermosos que haya visto en mi corta vida.

celestún
Foto: Fernanda Martínez

A disfrutar la comida, la playa y el sol de Celestún

Ya en tierra, encontramos un lugar para comer, una gran palapa que se divisa al final de la pequeña playa y que, según varios lugareños es el mejor de la zona. Estaba indecisa entre tanta exquisitez, pero me incliné por un coctel mixto y unos calamares rellenos de mariscos. Si mi cuerpo ya me estaba agradeciendo las aguas curativas y mis ojos la oportunidad de ver los rosas flamingos, ahora mi alma y mi boca se sentían bendecidos en cada bocado.

Algo así como Remi (ratatuille) cuando mezcla ingredientes, cierra los ojos y ve fuegos artificiales en cada bocado, fue mi experiencia degustando las delicias marinas de Celestún.

celestún
Foto: Fernanda Martínez

La expresión “barriga llena, corazón contento” adquirió un significado completamente real y diferente tras este momento. Tras andar un poco en la playa, dejarme bañar por las olas del mar y broncearme un poco, estaba lista para quedarme; sin embargo, era hora de volver. Una cerveza más para admirar el paisaje y fue momento de ir a la pequeña estación a tomar el camión. No sin antes comprar en una tienda local un poco de sal de mar de Celestún que, según los locales, le da un sabor único a la comida. Ya te contaré cómo me va con eso.

Celestún
Foto: Fernanda Martínez

No enamorarte de Celestún es imposible

Todo parecía un sueño, un bello sueño hecho realidad. Celestún es aún más hermoso de lo que mis palabras o fotografías pueden expresar, por lo que te invito a lanzarte y contarme tu experiencia. Eso sí, siempre consciente de que es una Reserva Natural y un regalo precioso que es fundamental cuidar y respetar tanto como lo disfrutamos.

celestún
Foto: Fernanda Martínez

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Autor

Escrito por:
María Fernanda Martínez Contreras

Casi licenciada en Letras Clásicas, amante del café, la literatura, la escritura y la música. Distraída. Futbolista de domingos.

1 Comment

  • Que belleza!! Y el relato te transporta al lugar

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