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Picnic, el origen de la tradición de comer al aire libre

Picnic, el origen de la tradición de comer al aire libre
  • Publicado10 febrero, 2021

La musicalidad de esta palabra me gusta: seis letras que se dicen en dos golpes, suena a juego. El picnic es un buen pretexto para compartir los alimentos y comer al aire libre. Ante la pandemia, la búsqueda de actividades al aire libre y los espacios abiertos para mantener la sana distancia son una forma de cuidarnos y cuidar a los demás, a la vez que nos permiten distraernos en esta realidad que nos pide adaptación y cambios.

Este anglicismo proviene del francés pique-nique que era usado a mediados de 1600 para describir a los gourmands que llevaban su propio vino a las reuniones.  Sin embargo, es probable que los picnics daten de la Edad Media en la que cazar era una actividad de las clases poderosas y compartir lo que se capturaba en festines campestres era bien valorado.

Ahora todos podemos disfrutarlos. En realidad, en México comer al aire libre ha sido una constante, sin que propiamente se le llame picnic, sobre todo fuera de las ciudades. El trabajo en comunidades, el campo o el ámbito rural implica compartir los alimentos en la milpa, las parcelas y las zonas de labor: de ahí que itacate sea la palabra en nuestra cultura para hablar de la provisión de comida que se lleva para un viaje o un paseo -o la que ha sobrado de una fiesta y se da a algunos invitados-. Una tortilla con algún guiso, salsa o solo con sal, un tamal, un pozol o algún otro alimento de maíz son parte de los más habituales.

Pícnico, una palabra peculiar

La Real Academia de la Lengua no lo ha incluido en el inventario léxico del español pero sí existe una palabra relacionada y es “pícnico” que define a alguien “de cuerpo rechoncho y con tendencia a la obesidad”. Los pícnicos van de picnic.

Picnics are very dear to those who are in the first stage of the tender passion.

Arthur Conan Doyle.
Le Déjeuner sur l'Herbe de Édouard Manet
Le Déjeuner sur l’Herbe de Édouard Manet

Picnic para 40

En la época victoriana estas comidas eran una demostración de opulencia. En el libro inglés Mrs. Beeton’s Book of Household Management, editado por Isabella Beeton y publicado por primera vez en 1861, se detallan las instrucciones para hacer un picnic.

Entre la lista del menú necesario para 40 personas se menciona: roast beef, cuatro pasteles de carne, cuatro pollos rostizados, dos patos rostizados, cuatro cheesecakes y un pudín grande de ciruela pasa. Para la sed, sugería cerveza, claret (un tinto claro de uvas merlot, cabernet sauvignon y cabernet franc, que debe consumirse muy joven), jerez y brandy.

Picnics en el arte

Hay un gran número de cuadros emblemáticos de diferentes movimientos pictóricos que muestran escenas de picnic como el impresionista Le Déjeuner sur l’Herbe de Édouard Manet, el corpulento Picnic en las montañas de Fernado Botero, y el realista Picnic en Ipanema de Juárez Machado.

La literatura tampoco se ha quedado atrás para reflejar este acto de encuentro social. Women in Love de David Herbert Lawrence erotiza la escena del picnic con dos mujeres nadando desnudas refrescándose con “caliente y aromático” té, el sencillo picnic al final de To the lighthouse en el que el señor Ramsey come pan con queso con los pescadores, o el mencionado en Circe de Julio Cortázar para hablar de la desventura: “los domingos se iban a Palermo o de picnic sin siquiera avisarle“.

En el cine también se refleja a los picnics como parte de la cultura contemporánea: en Partie de campagne de Jean Renoir se evoca la escena del cuadro de Manet en Seine-et-Marne, Francia; en Sideways de Alexander Payne, agridulce y genial historia, hay un breve momento feliz de los personajes en los viñedos de Santa Barbara en California; y en Up de Pete Docter Carl y Elli sueñan con un viaje, que es clave en la entrañable historia, acostados en el pasto después de un picnic.

¡Haz un picnic!

Los picnics evocan libertad, comunión y un tiempo en el cual las horas no se sienten ya que las charlas y la comida para acompañarlas con quienes queremos son esenciales. El aquí y el ahora se llevan en una canasta para degustar, beber y vivir el momento.

Es febrero ya se siente el clima más cálido y aún no hay lluvia, así que busca en tu ciudad un espacio abierto, seguro, y planea una escapada al aire libre cerca de ti. Incluso, si tienes jardín puedes hacer ahí un picnic. No olvides usar tu cubrebocas cuando no estés comiendo y lleva tu gel antibacterial para seguir manteniendo las medidas sanitarias que este tiempo requiere.

¿Te animas a organizar un picnic?

Fuentes: history.com, letras.ufrj.br y theguardian.com

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¿Te animas a hacer un picnic?

Autor

  • Mariana Castillo

    Periodista y editora. Cultura alimentaria y perspectiva social. El mezcal es mi pastor. Me gusta lo cotidiano extraordinario y compartirlo en historias. Cuéntame, ¿qué te interesaría leer en este blog?

Escrito por:
Mariana Castillo

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