Con la conquista de México se da un cambio cultural. La religión, la política, la forma de vestir y la gastronomía se fusionan originando un variado mosaico de costumbres y tradiciones. En este contexto se da la mezcla entre la cocina española y la azteca para dar lugar a la comida mexicana.
¿Pero qué tiene que ver el cabrito en todo esto? Pues que fueron los españoles quienes llegaron con algunos alimentos básicos como el cabrito, el cordero y especias como el orégano y el tomillo.
El descubrimiento de su sabor se dio un día que un pastor muy lejos de casa y sin comida se ve envuelto en un suceso muy poco común, pues uno de los cabritos que cuidaba se desbarranca y fallece. Ante la situación, decide aprovechar y satisfacer su apetito y como no tenía herramientas ni condimentos, solo lo limpia con su cuchillo, corta una vara y lo ensarta y asa en una fogata. El cabrito quedó delicioso y así la receta fue continuada con tal nombre.
Ahora es uno de los alimentos más representativos de Nuevo León y el norte del país.
La palabra “cabrito” es un diminutivo de cabra, que viene del latín capra con la cual se designa a un mamífero rumiante. Es una cría de la cabra que no pasa de los 40 o 45 días y que es destinado al sacrificio para preparar distintos platillos.
Preparado al pastor se asa en leña de mezquite y se acompaña de frijoles borrachos, salsa y tortillas de harina.
El cabrito en su sangre es frito a fuego lento, dorado y se le agrega su propia sangre previamente cocida (por eso su nombre). Se le pone jitomate y orégano para después dejarlo hervir. También se acompaña con tortillas de harina.
Muchos restaurantes en Nuevo León y otros estados ofrecen el cabrito preparado de distintas maneras: asado, a la parrilla, en salsa verde, en tacos acompañado por verduras, en barbacoa, a las brasas y hasta en tortas.
¿A ti cómo te gusta el cabrito? ¿Dónde lo has probado? ¿Qué restaurante nos recomiendas?
Autor
