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Luis Bravo y la dificultad de crear manos

Luis Bravo y la dificultad de crear manos
  • Published2 February, 2017

Saludarlo resulta difícil. Mientras te preguntas si deberías extenderle la mano él dice que son puras contracciones musculares y un “tiz-tiz” suena y su muñeca se mueve 360 grados. Su nombre es Doroteo Hernández, uno de los 180 pacientes que Probionics ha atendido en casi una década. A diferencia del resto, don Doroteo es el único que después de adquirir su prótesis se quedó a trabajar con Luis Armando Bravo Castillo, un ingeniero egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN) quien busca estrenar sus creaciones en el mercado internacional.

A través del teléfono se escucha un silencio y después contesta con un tono de voz más alto.

–En vez de que la Cofepris me apoye para comenzar la distribución de mi producto tecnológico, me pone trabas.

Luis Armando asegura que desde el 2012, cuatro años después de que constituyera su empresa Probionics, ha buscado obtener una certificación emitida por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris)pero la instancia federal le ha argumentado a través de sus representantes que no existe una norma en México para certificar las prótesis que él fabrica.

La certificación, explica Luis Armando, implicaría realizar una investigación para saber que cada uno de los elementos que conforman la prótesis no representa un riesgo para el paciente.

Que no exista la manera de regular los aparatos que crea Luis Armando no debería sernos sorprendente. En México, de acuerdo con el ingeniero en biónica, el sector salud aún provee prótesis mecánicas que no responden a estímulos dirigidos por el cerebro y solo tienen una mano plástica para simular la humana.

En el mercado las prótesis biónicas importadas de Estados Unidos pueden tener un costo de 2 millones 800 mil pesos, las prótesis que se fabrican en Probionics, de mano, antebrazo y brazo tienen un costo de 120 mil pesos en promedio.

prótesis probionics
Este es uno de los pacientes de Probionics con su prótesis de brazos.Foto: Cortesía Luis Armando

Aunque las prótesis que genera Luis Armando representan un 95% menos del costo que representa una prótesis importada, sin la certificación de la Cofepris Probionics no puede generar la suficiente producción de ejemplares para la venta masiva.

Una de mis metas sí fue que lo que generamos en Probionics pudiera llegar al sector salud público, confiesa Luis Armando, pero esto no sucederá en México porque ya me di cuenta que para obtener la certificación tendría que realizar “favorcitos monetarios” que no estoy dispuesto a hacer.

Las prótesis que genera Luis Armando se consideran aún prototipos, no son productos porque para valorarse así se tendrían que realizar a partir de moldes y de manera seriada. A lo largo de los casi 10 años de existencia de Probionics al menos 15 fuertes inversiones han tocado a su puerta, entre ellas la que Luis Armando logró consolidar en el programa de televisión privada Shark Tank, pero todas se han diluido antes de poner el primer peso ya que los inversionistas han solicitado el certificado de la Cofepris.

Ver al extranjero

Luis Armando parece de temple de acero. Serio y directo. Casi no sonríe. Es de quijada cuadrada, alto, espalda amplia y con un cabello negro perfectamente peinado y vestimenta impoluta. Desde pequeño Luis Armando aprendió a no demostrar sus sentimientos. Su padre fue supervisor de sanidad en Bimbo y cuando llegaba a casa después del trabajo, recuerda, parecía un cuartel militar, nadie hablaba ni hacía chistes, todos parecían hacer algo. Su madre tejía para su tienda papelería que también funcionaba como mercería.

Mientras que las actividades recreativas y los juegos se ausentaban en la niñez de Luis Armando, eran las ciencias exactas las que conquistaron las mentes de los niños Bravo Castillo. Las dos hermanas de Luis Armando son odontólogas y su hermano mayor es ingeniero mecánico.

Luis Armando, uno de esos estudiantes que comenzaron un año antes el preescolar; comenzó a estudiar medicina, pronto hizo sus prácticas en el Hospital Magdalena de las Salinas y fue con el especialista en cirugías reconstructivas con quien conoció a un paciente de su edad que trabajaba en una empresa y había perdido un brazo.

Tras conocer aquel caso, el inquieto Luis Armando de 19 años fue a la biblioteca y en la zona de videoteca localizó una grabación donde “se ve una mano artificial desarrollada en Alemania. Me acuerdo que ahí aparece un señor fumando un cigarro y lo agarra y se lo lleva a la boca como si tuviera su mano real”.

Semanas más tarde su hermano le dio un tríptico sobre las nuevas carreras del IPN.

–Cuando vi que acababan de abrir la licenciatura de biónica no lo dudé dos veces y comencé con el papeleo para el cambio de carrera.

Desde que entró al IPN Luis Armando sabía qué proyecto sería su tesis: una prótesis de mano biónica. El día de la presentación de su trabajo final para titularse fue el único que llevaba a una persona para demostrar su proyecto de forma práctica y no teórica, fue ovacionado por el jurado. El mismo método utilizó en 2008, cuando solicitó un primer apoyo al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Después de graduarse del Politécnico, Luis Armando trabajó dando clases en la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (UPIITA), también el IPN. Solo trabajaba los sábados y con el dinero que ganó creó Probionics y comenzó a mejorar la prótesis de mano y brazo que había presentado en su titulación.

De un armatoste de cuatro kilos con una batería que se agotaba rápidamente y se tenía que llevar de manera externa, Luis Armando mejoró su proyecto con los tres millones de pesos que el Conacyt le brindó. Estilizó la prótesis y la hizo más liviana, pero la batería continuaba siendo un elemento que debía mejorarse.

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Luis Armando Bravo en su taller en el Estado de México. Foto: cortesía Luis Armando.

Al término del apoyo Luis Armando comenzó a vender prótesis, algunas más las mejoró con la impresora 3D que compró con el dinero que recibió del Conacyt y un nuevo financiamiento por parte de la misma institución federal volvió a surgir en 2012. Con menos presupuesto Luis Armando logró crear una batería que se encuentra implementada dentro del brazo y dura más tiempo.

Desde entonces a la fecha Luis Amando ha vendido 180 piezas aproximadamente. Sus clientes son personas que por un accidente automovilístico o como parte de su trabajo en empresas metalmecánicas perdieron una mano o un brazo.

Desde el primer apoyo del Conacyt Luis Armando creó patentes. Ahora cuenta con algunas en Estados Unidos, Brasil, Colombia y en el viejo continente a través de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO).

Los planes para este 2017 de Luis Armando de 39 años se ven mayúsculos. Comenzará con pláticas con inversionistas extranjeros, creará una mano con todos los dedos sensibles al movimiento, y se ocupará de que dicha mano sea más estética.

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Lidia Sánchez

2 Comments

  • algun telefono de contacto ya que requiero una pierna

  • Lamentable que teniendo tanto talento humano en México y las instituciones con bajo criterio no apoye, dejando a la deriva a gente tan valiosa que tiene mucho que aportar a esta nación.

    Vi que Luis Armando, estuvo en el programa de tanque de tiburones y había conseguido tres socios, pero condicionada a la certificación de la cofrepris, eso en 2016 y al ver este articulo de 2017, creo que no pudo concretarlo.

    ¡Ánimo!, Luis Armando, si no fue aquí en México, ni modo, en alguna otra nación con más apertura tendrás éxito y quien sabe si en ves de ayudar solo a una nación puedas ayudar al mundo desde lejos.

    Abrazo

    Ánimo Luis Armando,

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