Definiendo nuestro perfil de cliente (un ejemplo)
Nuestros clientes objetivo (el perfil de cliente que manejaremos), dependerán mucho del producto que estemos vendiendo, habrá algunos muy específicos, del tipo: médicos cardiólogos especialistas en busca de equipo, y algunos generales donde quepan más personas. Es decir, si por ejemplo hablamos de padres que son jefes de familia, trabadores de tiempo completo, que practican un deporte por hobby, aunque parezca una categoría muy detallada, lo cierto es que dentro de ella podría haber un médico cardiólogo especialista en busca de equipo ¿cierto? Y un maestro, un científico, un músico, un oficinista y un político.
Bien, para construir nuestro perfil de cliente sigamos un ejemplo: supongamos que vendemos caramelos con diseño de autor, de sabores exóticos. ¿Qué cliente te viene a la mente cuando piensas en este producto?
Podemos tener una idea recurriendo al sentido común. Construyamos el perfil de este caso:
- Mi cliente es alguien a quien le gusta probar cosas nuevas y originales porque se siente atraído por los sabores exóticos.
- Es detallista, valora que sea de diseño.
- Tal vez necesita hacer un regalo o tener algo curioso que ofrecer a sus invitados (en casa o en la oficina), es decir tiene una razón para comprar mi producto.
- Le gusta el dulce o reconoce el valor de este sabor socialmente.
Pero ¿cómo sabemos su edad?, ¿su estilo?
¿Mis dulces de diseño son para niños? A primera opinión creo que a un niño le importaría muy poco si el dulce fue diseñado por un artista o por un artesano e incluso si es un sabor exótico o no. Le gustará o no le gustará el sabor y la forma, sin ninguna otra cuestión en juego. Un niño podrá disfrutar y devorar mi producto, pero no será quien lo compre (porque mis dulces como son de autor, tienen precios elevados); al parecer no son los niños mi público destino.
¿Son para adultos? Sí. ¿Qué tipo de adulto? Aquí cabría preguntarnos: ¿cómo es la gente que valora los objetos con el tipo de diseño que tienen mis dulces?
La visión del mundo de alguien que se encanta con un dulce en forma del famoso ratón de Disney no suele ser la misma que la de alguien que se embelesa con una representación de una obra de arte culto o de arte original. Para el primero, los referentes culturales e inmediatos serán más inclinados al mundo pop-comercial y para el segundo aquellos que coqueteen de alguna forma con lo “intelectual”.
Podemos seguir desmenuzando: inclinados al mundo pop, no será igual el que se maraville con ese ratón de Disney, que es un clásico, que marcó una época, a alguien que prefiera ver en el dulce el rostro de un personaje de Yokai Watch (el más reciente anime japonés que está preparado para ser un boom a nivel internacional). Ahí podremos identificar, de principio, la edad aproximada de nuestro cliente destino, su relación con lo clásico y con lo actual, etcétera.
Y listo…
Una vez que tengamos definido quién es nuestro cliente, entonces diseñaremos y escribiremos para él. Sí, cada tipo de cliente, dependiendo del grupo o grupos a los que pertenezca necesita que nos dirijamos a él de diferente forma. ¿Cómo hacemos eso?