Musicoterapia: mejorar la salud con música

Musicoterapia: mejorar la salud con música

Musicoterapia: mejorar la salud con música

¿Has escuchado hablar de la musicoterapia? Más allá de nuestros gustos personales o conocimientos sobre ella, lo musical es parte de nuestra vida cotidiana y esta disciplina se relaciona con el mundo de las neurociencias.

Daniel Torres, músico, compositor y coordinador del área de musicoterapia de la Facultad de Música de la UNAM, la define como el uso de la música como medio para alcanzar fines clínicos. “El objetivo con ella no es el trabajo que una persona pueda alcanzar como objetivos pedagógicos, técnicos o académicos, sino más bien busca rehabilitar o estimular funciones. Su fin es la salud”, explica.

En 1966, el neurólogo Oliver Sacks observó el efecto que la música tenía en pacientes con Parkinson y lo plasmó en su obra “Despertares”. En otro de sus libros, “Musicofilia”, él investigó cómo la terapia musical da resultados al reconducir tanto conductual como emocionalmente a quienes padecen esta enfermedad, pues la memoria musical permanece en el ser humano toda la vida.

Daniel Torres Foto: Jesús Cornejo

¿Cómo funciona la musicoterapia?

Esta puede ayudar a pacientes con daños neurológicos, así como personas con autismo, Alzheimer, demencia senil y depresión de todas las edades. La Federación Mundial de Musicoterapia explica que el uso de la música y sus elementos (sonido, ritmo, melodía y armonía) son ejecutados por un musicoterapeuta calificado con un paciente o grupo, en un proceso que se crea para facilitar y promover comunicación, relaciones, aprendizaje, movimiento, expresión, organización y otros objetivos terapéuticos, y así satisfacer necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas.

“Voy a poner un ejemplo, una persona que padece algún tipo de accidente cerebrovascular, tumor cerebral o daño neurológico en el hemisferio izquierdo; puede presentar alteraciones en las áreas del lenguaje (Área de Broca y Área de Wernicke). Esta persona puede tener serias dificultades para hablar, es decir, a nivel motor y de comprensión se ve alterada su comunicación. Sin embargo, dicho sujeto podría cantar canciones completas sin ningún tipo de impedimento y decir las cosas cantando, así también puede recordarlas, aunque al mismo tiempo, no lo hace con otras cosas de su vida diaria. En estos casos, la memoria musical y técnicas específicas de musicoterapia neurológica le ayudarán a rehabilitar funciones del lenguaje”, narra Daniel.

Su premisa es que el fenómeno musical en un encuadre de salud funciona como estimulante, rehabilitación, prevención y cómo paliativo, en otros casos. Por ejemplo, en niños con autismo que no presentan lenguaje oral, la música es una gran herramienta ya que través del juego que brinda la dinámica musical, el lenguaje, que es la música per se, brinda herramientas lúdicas para la comunicación: se genera intención comunicativa. Violeta Schwarcz, psicóloga y musicoterapeuta, señala que el material de análisis deviene de la creación del paciente, de los elementos expresivos que tenga y de su interacción, ya sea individual o grupal y con el terapeuta, lo que genera códigos propios.

Musicoterapia: mejorar la salud con música

Música y emociones: vínculo estrecho

¿Qué tiene la música y por qué conecta con la memoria? Daniel añade que está directamente vinculada con la emocionalidad, que es parte fundamental del aprendizaje, de cualquier tipo: es una de las pocas actividades neurológicas y humanas generadoras de una activación completa en toda la corteza cerebral. Una persona debería emocionarse al aprender pues así los conocimientos son más significativos.

Él enfatiza que la capacidad con la que memorizamos una canción o alguna música determinada, está siempre ligada a la experiencia emocional que la escucha o lo que “el hacer musical” nos provoca. “En quienes tienen algún tipo de demencia, sus capacidades de memoria, motoras o del habla están delimitadas, pero hay una zona intacta: la de las emoción que despiertan la escucha de música significativa”, añade.

“La música es emoción en el cerebro. Cuando existe algún tipo de condición clínica, cómo la demencia senil, daño neurológico, o depresión, es posible rehabilitar funciones cognitivas mediante músicas emocionales del paciente”, continúa. Una de las áreas vinculada a nivel neurológico con la música es el núcleo accumbens, el de la motivación y la recompensa. Además, no solo la música está ahí sino también el sexo y la comida, cuenta este músico.

Musicoterapia: música y emociones

Lo que se dice sin palabras y la musicoterapia puede ayudar durante la pandemia

Daniel dice que la música es un gran catalizador porque en ella no necesariamente se ponen palabras en juego, sino que se aprovecha el lenguaje no verbal. A través de lo musical podemos transitar y transmitir mucha información y expresarla, sin que tengamos que decirla con vocablos. En situaciones como depresión, ansiedad y ataques de pánico esta terapia también es muy favorable.

Por ejemplo, en el contexto de la pandemia, la expresión musical puede ser de gran beneficio emocional para las personas ya sea al escuchar o al tocar. “Hay algo bien real: la musicoterapia está basada en el hecho musical como fenómeno sublimatorio y de bienestar”.

En una sesión de musicoterapia con pacientes con depresión, estrés, ansiedad se propone una emoción sobre la cual se improvisará y explorará musicalmente. Después de tocar, se charla sobre qué sucedió y el musicoterapeuta calificado contiene y acompaña musicalmente la emoción que la persona expresa.

Por ejemplo, él tiene pacientes que le narran situaciones de su vida y luego musicalizan sobre esas ideas y trabajan sus emociones a través de la música, no con la finalidad de que ellos dominen la armonía —para eso está la pedagogía musical y los maestros—, sino para que se entienda a la música como una herramienta de transmisión creativa y emocional. “Considero que el rol de la música y del arte son muy importantes y valiosos en estos momentos donde todos tenemos que acompañarnos”, opina.

Musicoterapia: lo que se dice sin palabras

Musicalizar emociones

Hay pacientes que ya tienen conocimientos musicales y buscan a la musicoterapia como espacio terapéutico. Musicalizar emociones significa que estas se “impregnan” en un instrumento, independientemente de si tienen un alto o bajo nivel musical. Por ejemplo, una persona que tiene un piano en casa, y tiene ciertos conocimientos, en una sesión se le pide que toque algunos acordes y él terapeuta pide que reconozca algunas emociones en ellos: se trabaja sobre el afecto, la tristeza, el miedo, el enojo, en base a las emociones que van surgiendo es cómo se desarrollará el acompañamiento sonoro del musicoterapeuta hacia el paciente. “A este proceso que surge en musicoterapia se le llama sublimación. La sublimación es trasladar la energía mental hacia el arte”, añade Daniel.

Para las personas que no tienen mucho conocimiento en instrumentos armónicos, se usan tambores a fin de trabajar desde el ritmo y el pulso: estos ayudan a liberar. “Hay momentos en los que he estado en sesiones grupales donde se desfogan emociones muy fuertes. La música te conecta, te hace recordar, imaginar y visualizar. De repente, una persona necesita golpear o gritar. Entonces se utiliza el canto en lugar del grito o el mismo grito contextualizado en un entorno musical y el golpe en un tambor. Esto viene de las tribus, de los pueblos originarios, en las sesiones grupales de musicoterapia comunitaria y psicosocial, algunas son casi como un ritual”, añade.

La música como proceso de salud y terapéutico modifica las rutinas diarias. Escuchar, tocar, componer y cantar son acciones humanas que producen sustancias en el cerebro que proveen bienestar, entonces, mientras más las hagamos, mayores cambios lograremos a nivel social. “Yo estoy seguro que esto puede ocurrir. Considero que sí, que la música es un gran paliativo para el mundo que vivimos”, finaliza.

¿Dónde buscar esta terapia? 

Esta profesión lleva existiendo más de 70 años en varios países del mundo en Sudamérica, América del Norte, Europa, Asia y Sudáfrica y aunque en México hay espacios e instituciones que la integran, en comparativa con el resto, Daniel opina que estamos un poco rezagados y aún queda mucho trabajo por desarrollar.

En el taller de musicoterapia que él coordina en la UNAM se está buscando generar avances en esta disciplina. Lo imparten para personas con discapacidad, ya sea visual, mental, motriz o genética, y lo inició la maestra Adriana Sepúlveda. Durante este encierro están ejecutando música a distancia con este grupo, aprovechando la tecnología. También ofrece consultas profesionales y puedes escribirle por Whatsapp al 5580343314.

Lo más importante al buscar musicoterapia y que “no te den gato por liebre” es que sea con un músico terapeuta con un certificación avalada y oficial. Existen especialistas para diferentes edades, desde bebés hasta adultos mayores. Daniel suele ajustarse al estatus económico de las personas: una sesión cuesta entre $500 y $800 pesos, pero con otros terapeutas puede variar.

“Nos falta entender que el arte es un mecanismo salugénico, que es una gran herramienta para acompañar a la salud mental y general de la persona. Entonces, cuando entendamos eso como sociedad, creo que vamos a incluirlo más dentro de nuestros hábitos cotidianos”, opina.

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Autor

  • Periodista y editora. Cultura alimentaria y perspectiva social. El mezcal es mi pastor. Me gusta lo cotidiano extraordinario y compartirlo en historias. Cuéntame, ¿qué te interesaría leer en este blog?

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