Suerte es poder observarlas: 3 especies de colibríes en la Ciudad de México

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¿Hace cuánto que no te desaceleras para poder observar uno o más colibríes en la Ciudad de México? Al igual que la famosa y tan olvidada dinámica del “vocho amarillo” (se trataba de pellizcar al de a lado si veías en la calle uno de estos clásicos), encontrarte en tu camino o en tu ventana con un colibrí era motivo de alegría, aunque menos malévola. Siguiendo las enseñanzas de los mayores de la casa: eso de toparte con una diminuta y colorida ave como el colibrí era de buena suerte.

Una vez experimentado este agradable accidente, se volvía inevitable querer repetirlo una y otra vez. Así, señores y señoras, llegamos al extraño galanteo con el colibrí que consiste en colocar bebederos o poner varias plantas en el jardín para que se dé una vuelta cuando quiera y sorba el néctar de las flores o la solución acuosa casera que ponemos. El esfuerzo vale la pena. No solo es el mito que gira en torno a estas pequeñas criaturas lo que atrae, también lo son: su color, la rapidez de su aleteo (¡80 a 200 por segundo!) y su capacidad de volar hacia atrás.

Con el juego del vocho es difícil volver, pero en el caso de los colibríes, no. En la ciudad durante todo el año se puede encontrar alguna de las especies que son residentes. ¿Quieres saber más de ellas?, ¿cómo identificarlas? Sigue leyendo.

Para entender su importancia, características y hasta la mejor forma de observar colibríes en la Ciudad de México, platiqué con Vicente Rodríguez Contreras. Él es especialista de la Coordinación del programa NABCI (North American Bird Conservation Initiative) y temas de vida silvestre de la Dirección General de Análisis y Prioridades de la CONABIO.

3 especies de colibríes en la Ciudad de México

En México hay 58 especies de colibríes, y de estas, 16 se pueden encontrar en la Ciudad de México, explica Vicente. De las existentes en la ciudad, aproximadamente nueve son residentes permanentes, es decir, que están todo el año. “De estas solo algunas se pueden encontrar en toda la ciudad porque hay otras especies que únicamente se hallan en las orillas, en las montañas o en lugares más conservados. Las que prefieren estar en la ciudad —dice— es porque han encontrado alimento ya sea en jardines públicos o en los de personas que ponen bebederos o plantan especies específicas para atraer a los colibríes”.

De las especies que son más chilangas y que podemos ver (claro, con un gramo de paciencia) son:

1. Colibrí Berilo (Amazilia beryllina)

La más común de las especies en la Ciudad de México. Le dicen “colibrí berilo”. Esta ave es casi toda verde. Su color es iridiscente, lo que quiere decir que dependiendo de cómo le dé la luz es la intensidad con la que brilla (si no le da luz se ve un tono opaco, y si le da luz se ve como un verde esmeralda muy intenso). Tiene las alas y la cola de color como ladrillo, rojizo. Mide entre 8 y 10 centímetros. Suele ser agresivo: si hay plantas o bebederos, esta especie los va a dominar.

2. Colibrí Pico Ancho (Cynanthus latirostris)

Esta es la segunda especie más común en la capital. Se diferencia de otras porque el macho tiene la garganta de color azul y posee el mismo efecto iridiscente. Mide alrededor de 10 centímetros. Es más tranquilo y solo llega a las fuentes de alimento cuando el colibrí berilo anda descuidado.

3. Colibrí Magnífico (Eugenes fulgens)

Se encuentra más en montañas, pero en ocasiones llega a bajar a la ciudad. Es muchísimo más colorido que los dos anteriores. Tiene la garganta de color verde  iridiscente y tiene una corona violeta. Mide entre 11 y 14 centímetros.

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Primero, dice el especialista, es necesario recordar que estas aves son de gran importancia, ya que son polinizadores de muchas especies de plantas. “Ellos se encargan de facilitar la reproducción y que las poblaciones de plantas sean saludables, sobre todo, de aquellas que nosotros consumimos”. Es decir, sin los colibríes es posible que muchas de las frutas que conocemos no existieran. La observación nos da la oportunidad de conocerlos y entenderlos mejor.

Parecería obvio, pero es que a muchos se les olvida que los colibríes son aves y no amuletos, como bien señala Vicente: “Cuando nos interesamos en ellos empezamos a entender sus necesidades ambientales y nos reconecta con la naturaleza. Aceptémoslo, nosotros en la ciudad estamos un poco desconectados y esto a veces nos lleva a seguir prácticas que los afectan, tal es el caso de esas donde se ve al colibrí como amuleto para el amor. Creencias como estas provocan que se capturen a los colibríes y los vendan muertos en mercados como el de Sonora”.

Hay muchas leyendas alrededor de los colibríes. Hay una que dice que estas aves son mensajeras y viajan entre el mundo de los vivos y los muertos; otra dice que son como las almas de personas que fallecieron y nos vienen a visitar. ¿No es mejor quedarnos con estas creencias donde el encuentro con un colibrí libre es sinónimo de suerte favorable?

Los colibríes pueden engancharte en cuanto tienes la oportunidad de mirarlos: su forma de volar es única y si lo haces cuando hay una luz adecuada puedes apreciar mejor su movimiento y los colores brillantes que poseen. Los colibríes son una parte del ecosistema muy vistosa y hay que respetarlos.

*Foto principal: Javier Cruz /Conabio

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