Amatlán de Cañas, entre montañas y aguas termales
En la frontera de Nayarit casi llegando a Jalisco se esconde un pueblo que tiene todo para unas vacaciones llenas de tranquilidad y paseos a la luz del atardecer. Amatlán de Cañas tiene historia, montañas y algunas otras cosas que no puedes dejar de conocer durante tu visita.
Amatlán de Cañas
Como muchos pueblos durante la época colonial, la historia de este lugar surgió de la mano de la extracción de oro, plata y otros minerales. Además, claro, de la increíble arquitectura neoclásica, como su Templo Parroquial del siglo XVIII.
Con el paso del tiempo, sus habitantes se dividieron entre la minería y la agricultura.
Caminar entre sus estrechas calles es una maravilla. Sentarte a tomar un café, una cerveza o una exquisita comida te dejará una sensación de tranquilidad que desearás conservar tras volver a casa.
Además, Amatlán de Cañas está rodeado de montañas que en temporada de lluvias se jactan de un verdor espectacular y nubosidades que le dan un aire místico.
Aguas termales
Después de realizar el recorrido obligado entre sus calles, la siguiente parada son sus aguas termales. Es preciso atravesar el río Amatlán de Cañas para llegar a uno de los balnearios de aguas termales más increíbles del lugar: El Manto.
Posee 700 metros de longitud y diversos tipos de albercas para que pueda disfrutar toda la familia. Estas albercas están localizadas en la parte baja de un cañón, por lo que se encuentran rodeadas de naturaleza que te hará gozar aún más tu estancia. Además de sumergirte en sus cálidas aguas, también podrás admirar una cascada de 6 metros de alto. Cuenta con zonas para comer y paseos a caballo, todo para el mejor fin de semana con tus seres queridos.
Al finalizar tu baño qué tal si te lanzas a descubrir los alrededores llenos de vegetación y hermosos paisajes.
Amatlán de Cañas no es un pueblo muy conocido, lo que te permitirá unas vacaciones más íntimas en las que no tendrás que estar luchando con cientos de turistas para tener una foto.
¡Anímate! Las mejores aventuras las encuentras donde menos lo esperas, así que, no lo pienses, traza la ruta y agarra las maletas.
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