Sigmar Polke, ‘el alquimista del arte’ en el Museo de Arte Moderno

Claudia Aguilar

7 years ago

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Combinación de pintura, foto y productos caseros (lacas, impresiones digitales), además de la mezcla de líquidos y pigmentos higroscópicos (que absorben la humedad de la atmósfera y terminan cambiando de color), fueron algunos de los recursos que el pintor alemán Sigmar Polke utilizó en su obra y por lo que lo nombraron “alquimista del arte”.

Todos estas técnicas y experimentaciones de materiales con los que Polke apantalló al mundo ahora están concentradas en Sigmar Polke. Música de un origen desconocido, exposición curada por el Institut für Auslandsbeziehungen que, después de itinerar por espacios culturales de México, por fin llega al Museo de Arte Moderno para presentar una serie de 40 gouaches realizados en 1996 por el artista.

“¿Hasta cuándo estará? ¿Sobre qué son las obras?” Enseguida te cuento más sobre la muestra y, de paso, sobre este pintor, uno de los más importantes de la posguerra en Europa.

La estética del consumismo

La serie que se presenta en la exposición tiene como eje temático la visión irónica de Polke sobre nuestra percepción del mundo contemporáneo y ultramediatizado. La componen obras saturadas en las que hay una mezcla entre lo figurativo y lo abstracto, con yuxtaposiciones de muchas fuentes (fotografía, imágenes de medios de comunicación, por ejemplo) y que hacen referencias a la industria cultural, es decir, a la televisión, cómics, video, hasta el papel tapiz.

Esta onda un tanto arte pop es resultado de la parodia y relectura que Polk hizo sobre dicho movimiento artístico, así como del análisis que hizo del mundo que le tocó vivir.

Nacido en Oels, Baja Silesia, el 13 de febrero de 1941; cuando tenía 12 años su familia se mudó de Alemania del este a Alemania occidental. Las dos formas de vivir, completamente diferentes, influenciaron su modo de ver el arte.

Marisol Argüelles de Coordinación del Museo de Arte Moderno, durante conferencia de prensa, explicó cómo fue que el consumo se convirtió en uno de los temas del trabajo siempre crítico y reflexivo del artista:

“Él provenía de un lugar donde el consumo era mucho más controlado, de repente empezó a ver, desde muy niño, una forma de circulación de imágenes y una sociedad que se propuso vivir la vida cotidiana de una manera completamente distinta a raíz del consumo. Polke utilizó esto a veces como un statement, no político, pero sí como una crítica de su tiempo”.

Lo anterior, según Argüelles, hace que en ocasiones se encuentre una falsa contradicción en el trabajo de Polke porque parece que celebra el arte pop.

“De alguna manera lo hace porque toma las imágenes de este tipo, pero, por otra parte, lo critica al trabajar de manera artesanal: combina medios y hace, por ejemplo, metáforas del tiempo al dejar chorrear la pintura en una imagen de periódico o de revistas.

Polke fue ‘el mago de la estética del consumismo'”, puntualizó.

El realismo capitalista

Polke no está inscrito a ninguna escuela, a ningún movimiento. Su trabajo se rigió únicamente por el Realismo Capitalista, un anti-estilo que fundó en los años sesenta, junto a Gerhard Richter, para, por un lado, satirizar el realismo socialista; y por otro, denunciar un cierto consumismo capitalista.

“Introdujeron un nuevo estilo que marcó a la pintura a nivel internacional. Después del auge del minimalismo, del arte conceptual (que se estaba volviendo muy cerebral y muy repetitivo) y la desmaterialización del objeto, ellos apostaron por un regreso a la experimentación y figuración de la pintura y por un estilo que no tuviera que ser necesariamente catalogado”, comentó Sylvia Navarrete, directora del MAM, quien también estuvo en la presentación de la exposición.

Experimentación e imaginación explosiva

“Polke no tenía miedo a la saturación, a lo vulgar y a lo kitsch, lo cual quería decir que creía en el poder expresivo de la imagen. En Polke sí hay una parodia y una relectura de los clásicos, pero también hay una reflexión sobre el mismo acto creativo, sobre la capacidad de imaginación y sobre la fe en verdades pictóricas”, describe Navarrete.

Desde principios de la década de los sesenta, Polke centró su labor en la compleja relación entre la imagen, los medios de comunicación y la realidad cotidiana. Cautivado por la experimentación con los materiales, en sus obras combinó pintura, foto y productos caseros (lacas, impresiones digitales) e inventó mezclas de líquidos y pigmentos que provocan mutaciones de los colores.

“Hay unos pigmentos higroscópicos que absorben la humedad de la atmósfera y que cambian de color. Cuando Polke los usó obtuvo gamas alucinantes y pictóricas que nadie había visto. Todo mundo se puso a decir que era un alquimista, que era un prodigio.

De hecho, hay una leyenda que habla sobre el lado mágico de la personalidad de Polke y dice que el artista tenía vínculos con lo sobrenatural, que había una mano que lo guiaba cuando pintaba, que pintaba en trance -tenía sesiones telepáticas con William Blake y con Max Klinger-. Se inventó también toda una biografía; pasó por un iluminado, por un anarquista, por un poeta deschavetado”, detalló la directora del museo.

¿Por qué vale la pena visitar la exposición?

Es importante decir que estarás frente a la obra de un multifacético creador que, junto a un grupo importante de artistas alemanes de la posguerra en Europa, renovó no sólo los lenguajes pictóricos sino que enriqueció la llamada estética posmoderna y revitalizó la pintura, en un momento -de muchos en la historia- en el que se creía ya muerta.

Sigmar Polke. Música de un origen desconocido

Ubicación: Avenida Paseo de la Reforma y Calzada Gandhi, Chapultepec.
Horario: Martes a domingo de 10:15 a 17:30
Costo: Admisión: $60. Entrada gratuita con credencial de profesor, estudiante y afiliado a Inapam; los domingos la entrada es libre.

Se exhibirá hasta el 21 de mayo.