¿Qué comer? Guerrero Rutas con sabor

Acapulco, en el mar la vida es más sabrosa

Acapulco, en el mar la vida es más sabrosa
  • Published1 April, 2015

Susanna Palazuelos y su hijo Eduardo Wichtendahl han vivido rodeados de sol, mar y arena, también de banquetes y gastronomía. Para su familia la cocina siempre ha sido un tema fundamental, que los reúne y los llena de pasión. Ellos fueron los guías a través de algunos sabores de Guerrero en Acapulco y Chilapa.

Eduardo ha sido el compañero inseparable de su madre. Ambos daban banquetes para el Jet Set en Acapulco y a personalidades como el hermano del príncipe de Marruecos, la Reina Isabel o Henry Kissinger, pero también viajaban a lugares lejanos como Australia, Londres, Corea, Hong Kong, Malasia y más para lograr ovaciones de pie a banquetes de comida mexicana auténtica.

“Lalo hacía sus huevos revueltos con chile piquín a los siete años y se metía a cocinar. Me acompañó a todos los festivales que hice, fueron más de 50. Se metía a la cocina todo el día”, contó esta promotora de la cocina mexicana con 41 años de trayectoria.

Sussna y Eduardo Palazuelos en Acapulco
Sussna y Eduardo Palazuelos en Acapulco Foto: Mariana Castillo

Acapulco, los recuerdos de esta familia

Susanna recordó con cariño una cena para 200 personas en la que Eduardo le ayudó; sólo tenía 15 años y preparó un pollo con salsa de cacahuate increíble. “Con eso se nace, no te lo pueden enseñar en ninguna escuela del mundo”, agregó orgullosa. Grabaron juntos 40 programas para El Gourmet en Argentina y aún hoy en día continúan sus andanzas; ella, de lleno en los Banquetes Susanna Palazuelos, y él con más proyectos y restaurantes como el Zibu en Acapulco y Mar del Zur en la Ciudad de México.

Tanta es su sincronía que el 10 de diciembre de 2014—y día de cumpleaños de Susanna— la Secretaría de Turismo de la Ciudad de México premió lo más destacado del turismo y cultura de la ciudad con la presea Pochteca de Plata en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, acto en el que él fue nombrado chef del año por su labor en la promoción de la gastronomía mexicana y dedicó la condecoración a esta mujer que le dio la vida y le inculcó el amor por los sabores.

La casa de la laguna, festín tradicional

Con la laguna de Tres palos como escenario, un desayuno entre colegas se transformó en un auténtico banquete de reyes. Susanna habló de su pasión y amor por el fino valor de los platillos tradicionales y recordó las comidas y cenas que sirvió para Greta Garbo o el Rey de Malasia (quien la ovacionó junto con una multitud de pie por el menú servido, pero sobre todo por la sopa de dos colores con huitlacoche y cilantro). Nos contó sobre cómo una francesa le dijo que las quesadillas eran très domestiques y le sirvió, como cachetada con guante blanco, unas, que a final de cuentas, devoró.

Ella y sus cocineras nos prepararon una comida exquisita en la que se sirvieron caldo de cuatete, un pescado conocido popularmente como “rompe catres” por sus propiedades energéticas (por tanto, afrodisiacas); unas mojarritas fritas (que ilustran esta nota); tamales de chipilín con pollo, de piloncillo y de chicharrón; barbacoa; y unas tortitas de huazontles gratinadas en salsa verde celestiales, de esas que con el primer bocado te llevan a la casa de la abuela. Bebimos desde un mezcal de damiana de Zumpango del Río, elaborado con maguey cupreata para abrir apetito, hasta un agua de coco y un chilate (bebida a base de arroz, canela y cacao) para refrescarnos y un café de olla y helados de coco, mamey y limón como postres.

El espacio, que es usado para eventos sociales como bodas, bautizos, cenas, aniversarios, etcétera tiene rincones muy especiales para los enamorados (con una espectacular y romántica habitación que da a la laguna) y un jardín lleno de palmeras y lirios morados, con una piscina al centro para nadar y olvidarse del tiempo.

Helado de mamey, limón y coco
Helado de mamey, limón y coco Foto: Mariana Castillo

Restaurante Zibu, mex thai como encuentro

Ya en la noche llegamos a este restaurante que tiene 3 mil 400 metros de construcción e integra a las plantas locales como el soyamichi, como parte de su ambientación. Eduardo nombró así este lugar como homenaje la isla a la que llegaron fray Andrés de Urdaneta, Fernando de Magallanes y Miguel López de Legazpi, cada uno en momentos diferentes.

Él define su cocina como mex thai y un intercambió de sabores que le es recordado con una gran réplica de madera del Galeón de Manila. Contó que cuando vivió en Tailandia se dio cuenta de que teníamos ingredientes en común como el cilantro, el coco, los chiles, entre otros, y que podía usarlos de manera más amplia con las especias, el mango y los ingredientes locales como pescados y mariscos.

Tres de mis preferidos en esa cena fueron el taco de jaiba suave, que con salsas ponzu y picante, logró ser un bocado expresivo de las cocinas orientales; la mantarraya con té limón y jengibre fue elegida por su frescura al momento de la cena. La salsa que la cubría era especiada y ácida; y el postre Zibu, compuesto por helado de coco con zanahoria, con remembranzas de la estancia filipina de nuestro anfitrión. Viajes sabrosos y Acapulco en luna llena que coronaron la experiencia.

Taco de jaiba suave en Zibu
Taco de jaiba suave en Zibu Foto: Mariana Castillo

Comida en el yate, altamar para glotones 

“La comida mexicana tiene una sazón única y todos los paladares pueden deleitarse con ella”, aseguró Susanna Palazuelos. Y eso fue lo que comimos en un día en el que el yate fue el espacio de convivencia, restaurante y balcón para ver el sol esconderse y las estrellas salir.

Lo primero en salir fueron los ceviches de pulpo y camarón con aceite de oliva y la cantidad perfecta de cebolla, jitomate y estos insumos marinos. Después, las jaibas gratinadas fueron el éxtasis, un guisado en toda la extensión de la palabra con este crustáceo. Comer la mitad de la última en el plato fue un premio glotón. Finalmente, ya casi cuando pensamos que no había espacio para más llegó el pescado a la talla con chile ancho relleno de frijoles acompañado con plátanos fritos y arroz.

Ya estábamos a reventar cuando llegó una lancha con un tempura de huachinango directo del Hotel Boca Chica, a donde unos minutos después, paramos a agradecer el detalle y a comer una rica espuma de horchata y beber un café y un Gin tonic. Ese día fue perfecto, ¿qué más se puede pedir si se tiene el sonido de las olas muy cerca, la brisa marina alborotándote el cabello y comida que se comparte?

Te invito a revisar los textos Chilapa, sabores tradicionales de Guerrero y Tianguis de Chilapa, donde nos compartieron la receta del postre Bien me sabes y de la Sopa de novios o sopa de pan. Tampoco dejes de leer Acuérdate de Acapulco, un viaje para el reencuentro en el blog de SACOM en donde también te cuento del Hotel El Encanto.

Ceviches de Acapulco
Ceviches de Acapulco Foto: Mariana Castillo

¿Dónde están los lugares que te recomendé?

1. Casa de la laguna

Domicilio Conocido s/n, El Bejuco, Acapulco / Facebook: Casa-de-La-Laguna

2. Restaurante Zibu 

Avenida Escenica s/n, Acapulco / Facebook: Zibuacapulco

3. Punta sirena

Navegantes, Brisas del Márquez, Acapulco

4. Hotel Boca Chica

Playa Caletilla, Fraccionamiento Las Palmas.
Agradecemos a Culinaria Mexicana y a Susanna y Eduardo Palazuelos su apoyo para este texto

Autor

  • Mariana Castillo

    Periodista y editora. Cultura alimentaria y perspectiva social. El mezcal es mi pastor. Me gusta lo cotidiano extraordinario y compartirlo en historias. Cuéntame, ¿qué te interesaría leer en este blog?

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Mariana Castillo

Periodista y editora. Cultura alimentaria y perspectiva social. El mezcal es mi pastor. Me gusta lo cotidiano extraordinario y compartirlo en historias. Cuéntame, ¿qué te interesaría leer en este blog?

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