10 retos alimentarios en México para el Día Mundial de la Alimentación
El 16 de octubre de cada año se celebra el Día Mundial de la Alimentación para recordar el nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 1945. En el marco de esta fecha, ¿cuáles son los retos alimentarios en México?
Si bien el lema de esta organización en 2017 es “Cambiar el futuro de la migración: Invertir en seguridad alimentaria y desarrollo rural”, en el XXXVII Seminario de Economía del Sector Agroalimentario del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México se habló de temas vitales, desde una arista actual: El sector agroalimentario en México ante un nuevo TLCAN.
Retos alimentarios en México
1. El hambre es un problema económico
Pareciera que es una definición técnica, pero en el fondo esta escasez depende de la capacidad económica, dijo Carlos Labastida Villegas, coordinador de los programas universitarios de Investigación en Alimentos (PUAL) y en Salud (PUIS) de la UNAM, quien dio la conferencia La seguridad alimentaria en México, más allá del TLCAN.
Este especialista recordó al doctor Ernest Feder y su obra El hambre, en la cual relacionaba este concepto con el empleo y la pobreza:
“Evidentemente, el hambre es función de la pobreza, y la pobreza es función del empleo: donde hay desempleo o empleo con salarios de hambre —fenómenos característicos ambos de nuestra parte del mundo— ahí está el hambre. Así que cuando hablamos de esta, necesariamente nos vemos obligados a hablar de empleo y pobreza. Son parte de un todo; forman un paquete.”
2. Urgen políticas de estado para la seguridad alimentaria
Más allá de cualquier Tratado de Libre Comercio, las personas debemos tener acceso económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos, dice Labastida. Si bien la FAO da una definición de “seguridad alimentaria”, la realidad es que no la tenemos, en opinión de Labastida, pues “no es un objetivo explícito de la política económica de nuestro país”, en parte debido a la terrible desigualdad, así como a la planeación deficiente al respecto (con programas de origen asistencialista y que solo se enfocan a cubrir, de manera parcial, a sectores en pobreza extrema), el acceso a alimentos industrializados y las importaciones de nuestros granos básicos como maíz, sorgo, trigo, arroz y soya. “Nos tienen agarrados del estómago”, enfatiza.
Para él una política integral debe convocar a especialistas de temas relacionados con alimentación en todas las fases de la cadena, tanto en productos como en procesos de consumo que existen en nuestro país, para así poder visualizar los retos en su integridad. “Solo al verla en todas sus facetas podremos entender o postular propuestas de solución para cada uno de los problemas, pues es una situación compleja”, agrega.
3. Más Estado que mercado, en términos de alimentación
Labastida añade que este sistema es muy complejo y existe una red intrincada de intereses y conocimiento técnico, científico, pero sobre todo, de decisión política. “La pregunta es ¿necesitamos más mercado o más Estado?”, dice.
“Para la circunstancia en la que vivimos en nuestro país necesitamos más Estado que nos ayude a regular la función del mercado, que si bien es válido que haya fines de lucro, el interés nacional al cual debe atenderse es al bien común y hay muchas prácticas, muchas formas de venta y de consumo, que están afectando a nuestra población, y el Estado tiene que incidir en este punto”, enfatiza.
4. Obesidad y enfermedades asociadas matan a los mexicanos
Ya desde 1992 se alertaba a la población y las autoridades de las epidemias que están matando a más mexicanos: el sobrepeso, la obesidad y sus enfermedades asociadas, como la diabetes y la hipertensión, dice el doctor Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, en su ponencia Cambios en el consumo de alimentos de la población mexicana asociados al TLC y sus consecuencias en la salud.
La sustitución de alimentos saludables y el sistema de la milpa en la dieta mexicana ha provocado cambios desde la llegada del TLC: se incrementó el consumo de productos de origen animal e industrializados y creció la “chatarrización” de las comunidades rurales, no solo de las urbanas.
Ahora el patrón es pasar de la desnutrición a ser obeso, con consecuencias de daño metabólico severo, y esto es apoyado por la marginalización, explica. En 2015, 98 mil personas murieron a consecuencia de la diabetes mellitus, y el total de muertos por exceso de peso alcanza hasta los 100 mil.
5. Niños y jóvenes obesos: el reto a vencer
¿Otros datos alarmantes? Somos el país con mayor obesidad infantil del mundo: el 35% de los niños y los adolescentes tienen sobrepeso y obesidad, de acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El problema es difícil, pues un bebé desde antes de nacer recibe una dieta alta en azúcares y grasas, así que nace predispuesto. “No es el TLCAN el problema, aun con él pudimos desarrollar sistemas de salud que ayuden de manera efectiva a toda la población”, añade.
6. La publicidad debe controlarse más y ser adecuada
Todos los especialistas estuvieron de acuerdo en estos puntos: controlar aún más la publicidad alimentaria para evitar los anuncios engañosos y los ambientes obesigénicos, así como fomentar la educación en la lectura de etiquetas (y la transparencia de los datos en estas). Agregaron la urgencia en analizar el contenido de las campañas federales, como el caso de Chécate, mídete y muévete, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
La crítica al respecto es que se satanizan alimentos como el pan dulce, los tacos y las tortas, que son parte de la comida mexicana popular, y no a industrias trasnacionales de marcas conocidas de refrescos, botanas, dulces y pastelitos con altas cantidades de grasa y azúcar.
“No es el consumo irresponsable de la población, sino la falta de acceso a otros alimentos y la mala regulación”, opina Abelardo Ávila. “Hay que promover la producción agroalimentaria, evitar la “cultura del atasque” y apoyarse de otros tantos tratados comerciales vigentes y del comercio justo”, dice Carlos Labastida.
7. La agricultura a pequeña escala como opción
Úrsula Oswald, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, en el área de equidad y género, dio la conferencia Seguritizar la soberanía alimentaria y la agricultura orgánica ante la incertidumbre del TLCAN. Además de dar diferentes cifras de la crisis alimentaria que vivimos (y que pronto compartiremos), explica que la alternativa es apoyar a pequeños agricultores por lo siguiente:
- Mantienen una relación simbiótica y de dependencia mutua entre naturaleza y producción de alimentos.
- Sus métodos están regionalmente comprobados: policultivo, asociación de cultivos, rotación, fijación de nitrógeno del aire al suelo, bioplaguicidas y manejo integral del agua y servicios ambientales.
- Se deben combinar conocimientos ancestrales y modernos.
- Promueven la conservación y diversidad de especies.
- Su modelo no es globalizable, ya que permiten el comercio justo, armónico con la naturaleza y que pertenezca a los pueblos.
Víctor Suárez, ingeniero agrónomo miembro de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo, A. C. (ANEC) y autor en Itacate de La Jornada tituló su charla como Rescate del campo y políticas agroalimentarias posneoliberales.
Él expresa que no puede firmarse ningún tratado sin un cambio de gobierno a uno que demuestre un interés real en los intereses del campo y los campesinos y que sea en verdad representativo. “Desde la firma del tratado, el sector agroalimentario no ha crecido” y añade que importamos alimentos de baja calidad. “Si se excluye a la cerveza y el tequila, desaparece el superávit del que tanto se habla”, asegura.
8. Los agroexportadores continúan con retos
Álvaro Urreta, presidente de la Unión de Productores y Comerciantes de Hortalizas de la Central de Abasto de la Ciudad de México (CEDA) habló de su experiencia como agro exportador en su conferencia El TLCAN visto como agroexportadores. El caso de Tlalnepantla, Morelos. Logros y frustraciones.
Con Nopalvida, una de las sociedades de producción rural para las que él y varios campesinos morelenses han trabajado, la experiencia desde 1984 ha sido variada, pero, a grandes rasgos, destaca logros como fracasos.
Explica que esta unión de nopaleros atrae divisas importantes y exporta el 70% del nopal de consumo al país vecino del norte, pero continúa la corrupción de los brokers, es decir, los intermediarios entre el comprador y el vendedor, así como los obstáculos con el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad (SENASICA) y la Food and Drug Administration (FDA) que benefician a los grandes agroexportadores.
9. La soberanía alimentaria debe ser más que un concepto
Este término debe ser el fin de cualquier nación para asegurar una buena salud y prácticas económicas justas. Este término se refiere al derecho de los pueblos, comunidades y países de decidir su propia política alimentaria.
Úrsula Oswald habló de la “seguritización”, y retoma este concepto de las ciencias sociales que se refiere al discurso que debe ser parte de una comunidad para asegurar y ejercer presión para lograr esa soberanía. “Existe una falta de alimentos sanos o a precios accesibles”, comenta. Ella recuerda ejemplos como la crisis de los precios de la tortilla en 2006 y la premisa de Sin maíz no hay país que surgió como respuesta. “Si no tenemos esa soberanía, salgamos del TLCAN”, dijo.
10. Cambio climático y género: parte de los temas en la alimentación
Esta investigadora trajo a la mesa el tema del cambio climático. México es uno de los países que está sufriendo estos efectos, sobre todo en las tierras de temporal del maíz. Las lluvias torrenciales, sequías, huracanes y más son una realidad que está provocando desastres y riesgos, por lo que la cultura ambiental (con sus cuatro “erres”: reducción, reuso, reciclaje y reeducación) es una forma de incidir, aunque las acciones deben ir a gran escala desde los niveles federal, estatal y local.
Ella también habló de la importancia de los estudios de género y su influencia en la producción de alimentos. En el mundo, la mitad de los cultivos que comemos son producidos por mujeres. En México es el 63%, según datos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, IPCC, 2014.
Además, ellas almacenan semillas nativas, cocinan y cuidan la inocuidad de la comida, lo que incide en el cuidado de la salud en los hogares. Por ende, es indispensable que tengan derechos de poseer tierras y protección de sus derechos civiles y humanos.
Seguiremos contándote más de estas aristas del tema alimentario, pues no todo se queda en el eslabón de los chefs y los restaurantes. Puedes leer más sobre cultura alimentaria en este blog.
Agradecemos al XXXVII Seminario de Economía del Sector Agroalimentario del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México su apoyo para esta nota.
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