Bonsái: el arte de moldear la naturaleza y crear una escultura viva

bonsái

Hay preguntas que la mayoría –no expertos en el tema de jardinería– tenemos cuando vemos un bonsái: ¿qué le pasó?, ¿así brotó?, ¿es un árbol-bebé?, ¿en algún momento crecerá? Su tamaño es lo primero que llama la atención y también lo que provoca mucha ternura, ¿apoco no?

Después de algunos años de seguir pensando en mil y un teorías alrededor de estas miniaturas, un experto en el tema me sacó de dudas.  Me explicó desde los aspectos básicos hasta los cuidados que deben tener (oigan, uno nunca sabe cuándo llegará el momento de comprar un bonsái). Si tú también tenías alguna de estas preguntas, es momento de que pongas atención y te vuelvas un conocedor del tema.

Antes de empezar, te presento al especialista: Edgar Rivera tiene más de 20 años trabajando la técnica. Es un artista mexicano que inició esculpiendo madera. El tallado lo llevó a investigar más sobre la madera y los árboles, hasta que conoció la técnica del bonsái. Para él, un árbol es una obra de arte y el bonsái, una forma de crear una escultura viva.

Ahora sí, ¿qué es un bonsái y de dónde viene?

Muchos creen que es japonés, por una exposición mundial que hubo en París, donde representantes del país nipón exhibieron árboles bonsái. Sin embargo, su origen es chino. Surgió hace aproximadamente 2000 años. “Inicialmente fue una técnica que se usaba para transportar árboles y plantas con fines medicinales; de esta forma se lograba tener acceso a la planta fresca, aun estando lejos de su lugar de origen”, explica Edgar.

Poco a poco esto fue cambiando, en especial con la entrada de algunas religiones como el taoísmo. Este sistema filosófico retomó la técnica y la planteó como algo espiritual y de meditación. Lo llamaban “pun-sai”, que eran arboles solos; y los “penjing” eran paisajes que incluían árboles, rocas y agua.

Su introducción a Japón no es del todo clara, pero es resultado del intercambio social y cultural entre los dos países y, por su puesto, de los viajes de monjes budistas entre estos.

“Fueron los japoneses quienes transformaron la técnica en un arte. Crearon árboles de gran belleza y desarrollaron una mayor destreza técnica, lo que permitió moldear árboles más pequeños y dramáticos. También hicieron vasijas o macetas más pequeñas y de menor altura”, puntualiza.

Cultivar es el contacto con la esencia del universo

Sembrar y hacer que un bonsái se desarrolle es una forma de acercarse a la naturaleza, según Edgar. Por ello es importante entender qué es y cómo funciona un árbol, así como los ciclos de vida acorde a las estaciones del año, el clima de la ciudad donde vives y las condiciones en las que tienes al árbol.

“Todo esto te obliga a entender que trabajas con un ser vivo. Más allá de la parte estética, debes procurar la salud de cada árbol. La idea de cultivar una planta en una maceta es, según la ideología china, una manera de estar en contacto con la esencia del universo”.

Para cultivar hay dos escuelas. La primera es la china que algunos definen como “pen-sai”. Tiene una visión más natural; o sea, intenta recrear la naturaleza, pero respetando la identidad y personalidad del árbol que se trabaja. El crecimiento y la forma del árbol solo se controlan a través de la poda constante. Esto da como resultado árboles de gran belleza y libertad en sus formas.

La segunda escuela es la japonesa. También es definida como “bonsái”, porque pretende imitar la naturaleza. A diferencia de la china, ha establecido patrones para la forma de los árboles. Estos patrones o estilos son milenarios y vienen de la observación de la naturaleza, por lo que siempre se busca que los árboles se ajusten a un estilo en particular. ¿Cómo se logra? Con diferentes técnicas, dice Edgar, entre las que se pueden mencionar: la poda, el alambrado de las ramas y el uso de tensores e injertos.

Consejos para cuidar de un bonsái

¿Ya quieres tener uno de estos árboles (porque responsable)? Aquí te van unos consejos:

– No compres un árbol ya formado o maduro. Como principiante no es recomendable. Si no conoces las necesidades de la especie, existe el riesgo de que muera. Además, suele tener un costo más alto.

– Antes que nada, recuerda que un bonsái es un árbol, no una planta de interior. Debe estar expuesto al sol. ¿Qué? ¿Lo querías para tu depa? No todo está perdido, busca los llamados pseudo-bonsái. Son plantas crasas, o algunas plantas de interior, que se pueden trabajar al estilo de un bonsái y que sí puedes tenerlos en interiores.

Ten en cuenta que un bonsái es un ser vivo. El desarrollo de un árbol puede llevar muchos años y mucho trabajo durante todo ese tiempo. No te desesperes.

– Identifica la especie de tu árbol, así como su familia y variedad. De esta forma podrás saber cuáles son las necesidades específicas del árbol (humedad, tipo de tierra, abono y fertilizantes, posibles plagas y enfermedades). También sabrás qué árboles se adaptan más al clima donde vives y al espacio y tiempo que tienes.

– No olvides el riego. Es muy importante que nunca dejes secar la tierra de tu árbol (¡se puede morir! Y no querrás cargar con tremendo remordimiento de conciencia ¿o sí?). Considera que la frecuencia de riego dependerá del lugar donde vives, el tipo de árbol, la estación del año y el tamaño de la maceta y el árbol.

Con todo lo anterior, ¿te animarás a tener un bonsái? Es una buena oportunidad de estar en contacto con la naturaleza y, como bien decían los chinos, con la esencia del universo. No suena nada mal, la verdad. Y mira qué padres se ven:

Agradecemos el apoyo a Edgar Rivera, especialista en bonsáis y encargado de servicios culturales del Faro Indios Verdes, y al Festival de Arte y Ecología por el apoyo para la realización de esta nota.

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