Cenotes de Homún, un viaje al corazón de la tierra
Como muchos de los destinos que he visitado, los cenotes de Homún llegaron a mí por curiosidad y recomendación. Se ubican en Yucatán y para poder contarte a profundidad sobre su belleza, me lancé a conocerlos.
Homún, un pueblo tocado por los dioses
Homún es un paraíso tocado por los dioses. Quizá a primera vista sus calles rurales pavimentadas por partes no parezcan algo grandioso para nosotros acostumbrados a la ajetreada e imponente ciudad. Pero Homún no necesita de grandes estructuras arquitectónicas, sus más de 300 cenotes y cavernas son su carta de presentación y ni el edificio más grande o lujoso puede competir con la belleza subterránea de este pueblo.
Para llegar puedes tomar un colectivo desde Mérida o rentar un auto. Yo tuve la suerte de ser guiada por una ex citadina que recientemente se mudó a la ciudad más segura de México, por lo que de camino su charla sobre las maravillas que encontraríamos me mantenía cada vez más deseosa de llegar.
En la entrada al pueblo, si llevas auto o no, hay varios mototaxis y guías que te ofrecen llevarte a recorrer los diversos cenotes de la zona. Si bien los cenotes de Homún son más de 300, solo hay 14 habilitados y requerirás varias visitas para adentrarte en cada uno como se debe, con tiempo y sin prisa.
Mi recorrido por los cenotes de Homún
Como dije, entre tantas opciones elegir puede resultar bastante complejo, por lo que después de pensar y consensuar con mis acompañantes, decidimos visitar uno de los más grandes y tradicionales (los del gran agujero en la superficie), una caverna y uno completamente oculto bajo la tierra que, sin la luz artificial, sería imposible de admirar.
Cenote Yaxbacaltún
Para llegar empleamos google maps, pero sin problema te puede llevar alguno de los lugareños. Después de unos cuantos metros de terracería llegamos a un lugar bastante escondido con una pequeña cabaña para recibir a los visitantes. La entrada cuesta $30 pesos y ahí mismo te rentan visores y chalecos para adentrarte en sus aguas.
Por fin se divisaba el primer gran agujero y vaya impresión ver desde las alturas las tonalidades azules uno de los cenotes de Homún más grandes. Las escaleras son rústicas y no pueden ser empleadas por más de 4 personas a la vez. Una vez abajo, entre el calor y lo cristalino del agua, sobraban ganas de sumergirnos.
Peces por todos lados, golondrinas paseando sobre el agua, el reflejo del sol al impactarse en el agua y la tranquilidad que se respira dentro del cenote son inenarrables. Lo mejor es aventarse de una vez para no sufrir poco a poco con el frío de la corriente. Una vez dentro, flotar boca arriba y contemplar el cielo azul de escasas nubes blancas desde el interior de la tierra te relaja a tal grado que no querrás salir nunca.
Grutas y cenote La Candelaria
Unos cuantos metros delante del gran Cenote Yaxbacaltún está La Candelaria. El acceso también cuesta $30 pesos y no importa si sabes nadar o no, ya que sus aguas son bajas.
La entrada es un pequeño agujero en torno a un árbol, si te dan miedo los espacios cerrados, puede que nos sea el mejor lugar para ti, pero si vences ese miedo, la experiencia será increíble. Procura no llevar muchas cosas, ya que en algunas partes tendrás que agacharte bastante.
Después de las escaleras, el camino se complica un poco, ya que la humedad de la caverna hace que sea un poco resbaloso. El primer ojo de agua que se ve es cristalino, la altura no es mucha por lo que puedes sentarte a disfrutar del silencio, interrumpido a momentos por ruidos de la tierra que me resultan imposibles de describir.
De repente se escuchan algunas voces, un par de lugareños que se dirigen a otra zona de la caverna. Después de la relajación, sigue lo bueno, un camino relativamente obscuro y bastante estrecho, entre estalagmitas y estalactitas llegarás al segundo cuerpo de agua, para el que es necesario adentrarte un poco más en las profundidades. Ahí se encontraba la pareja de lugareños cubiertos en arcilla.
El joven, muy amable, se dirigió a un pequeño orificio entre la piedra y el agua, sacó una gran cantidad de arcilla y nos recomendó untarla y frotarla en el cuerpo, dejarla reposar un poco y enjuagar. El resultado es instantáneo, la piel te queda como de bebé: limpia, suave, tersa. Mucho mejor que en un spa y además, con un ambiente relajante y misterioso.
Cenote Santa Rosa o TZ´ONOT
Para completar la experiencia, nos dirigimos a uno de los más populares que ya cuenta con una infraestructura mayor, restaurante, cabañas y áreas verdes. El costo de la entrada sube solo $10 pesos comparado con los anteriores. Como los otros, el acceso es estrecho. Con forme vas bajando se va oscureciendo, la temperatura se eleva y la humedad se respira.
Abajo, nada más que una luz azul tenue ilumina el gran cenote. A pesar de la oscuridad, el agua es tan cristalina como en los otros cenotes y se pueden apreciar pequeños grupos de peces nadando con libertad entre los visitantes.
Si te atreves, hay dos plataformas de diferentes alturas para clavados, si no, solo nadar o sentarte en las partes más bajas de agua será una experiencia gratificante. Y, es que no sé qué tienen los cenotes que estando dentro de ellos uno se siente en paz, en tranquilidad con uno mismo y con la naturaleza. Si eres de los que ama meditar, hacerlo dentro de uno de los cenotes de Homún será una experiencia como pocas. Estando ahí, uno entiende que por más bellas que sean las fotos en las redes, no se comparan con las sensaciones que se experimentan de vivirlo en carne propia.
¡Descubre los cenotes de Homún!
Aunque los cenotes de Homún son un parador turístico, aún no es un destino muy concurrido, lo cual es increíble, ya que en cada cenote estarás solo o quizá con un puñado de personas, así que relajarte será inevitable.
Los cenotes de Homún son un paraíso que no puedes dejar pasar si andas por Yucatán. Lo que se siente estar bajo la tierra en un lugar tan virgen y tan lejos de la contaminación, el ruido, el estrés y los problemas de la vida, te recuerda que vivir no solo se trata de ir a trabajar a diario, comprar un auto o tener mucho dinero, sino de conocernos a nosotros mismos y vivir tantas experiencias felices como podamos.
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