Las manos detrás de estas Nochebuenas que se cultivan en San Luis Tlaxialtemalco

Nochebuenas que se cultivan en San Luis Tlaxialtemalco

Foto: Claudia Aguilar

Alejandro Jiménez es originario de San Luis Tlaxialtemalco, uno de los 14 pueblos que conforman la delegación Xochimilco. Este lugar –nos cuenta Alejandro– tiene una gran riqueza tanto arquitectónica como natural. San Luis resguarda un acueducto grandísimo que fue el que suministró en el Porfiriato a toda la Ciudad de México.

Y por si fuera poco, abriga a un gran número de pequeños productores de plantas y flores, como él, quien desde hace 15 años se dedica a la floricultura, tarea que aprendió de su padre y familia que durante años ha ejercido el oficio con gran vehemencia.

Amor por la tierra

El gusto por la tierra y lo que proviene de ella lo aprendió de sus padres, desde que era pequeño, recuerda Alejandro. Las lecciones que le dejaron fueron muchas, pero las que más valor tienen para él y que ahora pone en práctica son: la paciencia y la meticulosidad. Ambas las repite una y otra vez cada que cultiva echeverías, crasuláceas y flores de temporada como la rosa, el tulipán, el cempasúchil y la Nochebuena.

Para él, producir y ver crecer cada una de estas especies es muy satisfactorio, pues se asemeja a la labor de un padre.

“Es muy bonito este oficio porque, además de relajarte, te permite ver crecer algo que tú produjiste; es como un hijo: lo ves crecer, le das de comer, lo cubres, lo proteges, lo cuidas, le cantas o le pones música. Cultivar plantas y flores es muy similar a la actividad de un padre o una madre”, dice emocionado al ver las Nochebuenas que se cultivan en San Luis Tlaxialtemalco y que este año presentó en el festival que se realizó del 23 al 26 de noviembre en el Parque Lincoln.

La belleza de las Nochebuenas que se cultivan en San Luis Tlaxialtemalco

Las Nochebuenas que se cultivan en San Luis Tlaxialtemalco son frágiles a pesar de esa intensidad que lleva en sus colores. Necesitan de manos y ojos meticulosos. Su perfección, al final, se salta lo espontáneo, pues son los rigurosos cuidados que los floricultores le dan lo que provoca el esplendor de sus hojas y flores que tanto atraen en estas fechas decembrinas.

“El proceso de las Nochebuenas que se cultivan en San Luis Tlaxialtemalco dura ocho meses —explica Alejandro—. A diario, en los invernaderos le dedicamos de seis a ocho horas. Para el cultivo de las Nochebuenas uno debe ser muy cuidadoso y minucioso”.

El proceso inicia cuando colocan los esquejes o tallos de la planta en las macetas. Hay tres tipos de macetas: la de cinco, la de seis y la de siete pulgadas. Tienes tres tamaños porque de estos depende la cantidad de plantas que van a cultivar. Entre más pequeña sea la maceta, más plantas pueden hacer crecer:

“Nuestra producción anual de flores de Nochebuena depende del espacio. Si tenemos un invernadero de 2,000 metros cuadrados, por ejemplo, podemos cultivar 6,000 Nochebuenas de siete pulgadas. Puedes producir más Nochebuenas en macetas pequeñas, pero al venderlas, el precio de las flores es más bajo. Una maceta de cinco pulgadas alcanza los 20 pesos; una de seis, 30 pesos; y una de siete pulgadas, hasta 100 pesos”, detalla.

Una vez que tienen bien pensada la cantidad, siembran y ponen en marcha cuidados básicos, así como un programa de fertilización, insecticidas y germicidas para que la planta luzca muy bien cuando lleguen las fechas decembrinas. Alejandro nos cuenta que durante su cultivo en los invernaderos crean microclimas. Con esto logran darle cierta intensidad de sombra, ventilación y balancear la temperatura.

“Empezamos el cultivo el 10 de septiembre y concluimos el 10 de noviembre. Lo que hacemos es oscurecer el invernadero para hacer creer a la planta que anochece más temprano. La planta debe dormir entre cuatro y cinco de la tarde y la despertamos a las nueve de la mañana. ¿Cómo? Abriendo las ventilas y el cielo. Eso provoca la floración. Regamos las plantas todas las mañanas, dependiendo la maceta y del clima es la frecuencia. Por ejemplo, si el clima es adecuado, regamos la maceta de siete pulgadas cada dos días. Al final, nosotros solo la ayudamos con algunos elementos como el calcio, el potasio y el fósforo para que las hojas estén más grandes”, dice mientras nos revela sonriente que el reto de producir cierta cantidad de plantas en buenas condiciones le da mucha satisfacción.

La sonrisa de Alejandro protagoniza su rostro cuando ve cada una de las plantas que sembró y cultivó. Y no es para más, pues su esmero de meses logró multiplicar la belleza de un pedazo de naturaleza.

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