Los ritos funerarios son para los que se quedan

ritos funerarios

En todas las culturas hay ritos funerarios, actos que se le dedican a la muerte y a los que se van. Y eso es porque como humanos, somos conscientes de ella y de que apenas nacemos empezamos a morir.

Sabemos lo que representa el fallecimiento de otro: ausencia, vacío… Pero, como dice Norbert Elías en su libro La soledad de los moribundos, sigue siendo un misterio el cómo ocurrirá en nosotros mismos, porque no podemos vivirla ni experimentarla.

“El individuo puede vivir la muerte de los demás, pero su propia muerte no la puede vivir, aunque si la padezca, es decir, la muerte el hombre sólo la vive de forma vicaria, a través de los otros”.

¿Quieres que te incineren cuando mueras o que ritos funerarios conoces?

Una pregunta que sale cuando hablamos de la muerte. Es un tema delicado y que nos cuesta mucho, pero que también nos hace pensar en un mundo sin nosotros en el que otros nos recordarán… (o no).

— Yo quiero que tiren mis cenizas al mar. ¡No espera! Mejor que las dejen volar desde un lugar muy alto y mezclarse con el aire del mundo…

— La verdad yo no quiero que me incineren. Qué tal que luego resulta que es posible revivir y ya no tengo un cuerpo para ello.

— Me gustaría estar enterrado junto a toda mi familia, que el mundo nos recuerde unidos.

— ¡Ah me da igual! Que me quemen y me tiren al wáter, no quiero estorbar.

— ¿Yo? Este… lo que para ustedes esté bien… sorpréndame (?).

Sí, hay muchas ideas sobre qué queremos para nuestra muerte. Pero si pensamos en que una vez muertos los sentimientos y necesidades que habrá que atender serán los de quienes nos sobrevivan, tal vez las decisiones sobre ritos funerarios y qué hacer, deben ser ellos quienes las tomen.

Ritos funerarios, un remanso para los que se quedan

Una vez oí una historia de un abuelo que pidió ser incinerado, que sus cenizas se dividieran en 6 partes iguales y que cada parte fuera desperdigada, dejada en parques, bosques o ríos, en una de los seis ciudades ahí enumeradas: Montreal, Londres, Tokio, París, Buenos Aires y Sídney.

Dicen que ese hombre, encargó esto a sus hijos con el fin de hacerlos viajar a esos seis sitios que él había visitado alguna vez y quedado maravillado, y tal vez lo hizo, en parte, porque sentía deseos de que quedara algo de sí en cada una de esas tierras, pero sobre todo — y esa es la anécdota del cuento — porque pensó que de esa forma podría darles a ellos un pretexto para una experiencia de viaje inigualable.

Los dos hijos que se animaron a seguir esa última voluntad, tuvieron que esforzarse mucho, pues darle la vuelta al mundo no es nada económico, pero una vez cumplieron con la odisea, se dieron cuenta de que estaban muy agradecidos con su padre, y no solo por el espléndido recorrido, sino por esa oportunidad de conocer lo que a él más había impresionado en vida.

Y pues sí, porque quienes necesitan pasar por un proceso de duelo para curarse de la pérdida son los que se quedan, los que extrañan, los que aquí seguimos.

¿Por qué necesitamos de los ritos funerarios?

Menciona Delci Torres en Los rituales funerarios como estrategias simbólicas…, que en Oriente, la creencia sobre la muerte se enfoca en ese momento en que se deja de ser uno y se pasa a ser parte de la consciencia universal. No más conciencias individuales, sino energía que viaja por fin, libre de prejuicios, deseos, miedos y esperanzas. Dice también que en Occidente, relacionamos la muerte con algo malo y doloroso, porque eso es lo que sentimos cuando mueren los que amamos, y que los “paraísos” e “infiernos” que hemos imaginado como destinos de nuestra alma, reciben esa alma consciente e individual que lo único que ha perdido es el cuerpo, pero no la memoria, ni los sueños, ni el punto de vista.

En esas creencias, se refleja lo inaprensible que nos resulta la muerte. Apunta Delci, que el motivo de que existan los ritos funerarios es ayudar a los vivos… y no a comprender, pero sí a asimilar la ausencia, a despedirse, a acomodar sentimientos hacia el fallecido y la nueva configuración que significa el que “ya no sea”.

Como él lo dice: “(ayudan) no solo para responder a estas preguntas, sino también para acompañar a los dolientes y al fallecido en tan difícil tránsito de la vida a la muerte, así como a superar el proceso mental de negación que se manifiesta a través de la rabia, la ira y el desconsuelo”.

Ritos funerarios o ritos de paso

Se trata de “ritos de paso” dice Juan Carlos Delgado en La fuerza terapéutica del rito funerario, pues ayudan a “establecer la transición de un estado a otro”. Lo interesante es que no ayudan a quien pasó del estado vivo al estado muerto, sino a los testigos, a los dolientes, que reconocen el lugar del fallecido en su grupo y pasan del “él/ella es” al “él/ella era”.

Delgado, también menciona que “dos pueden ser las causas de que el rito sea en cierto modo terapéutico para las personas que lo que llevan a cabo, su carácter normativizador, de acuerdo a norma y su carácter normalizador, de acuerdo a la cultura donde tienen efecto”.

Esto quiere decir que los ritos funerarios al ser ritos, se realizan siempre de la misma forma, o de manera muy semejante, y las personas pueden convivir en ellos con los símbolos y modos que al repetirse hacen del evento algo menos extraordinario, más parte del ciclo normal de la vida.

Dice Delci: “Los rituales funerarios se conciben como prácticas socio-culturales específicas de la especie humana, relativas a la muerte de alguien y a las actividades funerarias que de ella se derivan tales como velorios, rezos, entierros, cremaciones, momificaciones, edificación de monumentos y sacrificios humanos entre otros (…) caracterizados por un elaborado código simbólico sobre la base del cual se construye la realidad social”.

¿Y en México, cómo integramos estos ritos funerarios?

Se dice que en México a la Muerte le hacemos fiesta, pero todos sabemos que el Día de Muertos es la única temporada en que nos atrevemos a reírnos de ella. Es nuestro gran rito.

La tradición nos permite seguir acomodando sentimientos hacia los que se fueron, recordarlos, mostrarle a los vivos nuestra admiración a lo que esos rostros en los altares nos significa.

Como dicen mucho, la fiesta del 1° y 2 de noviembre en realidad es una celebración a la vida, a la de ellos que aunque ya no estén siguen siendo parte de nosotros y a la propia, que solo conscientes de que se acabará podemos valorarla.

Conoces algunos otros ritos funerarios. Cuéntanos.

 

Fuentes:

Torres, Delci Los rituales funerarios como estrategias simbólicas que regulan las relaciones entre las personas y las culturas Sapiens. Revista Universitaria de Investigación, vol. 7, núm. 2, diciembre, 2006, pp. 107-118 Universidad Pedagógica Experimental Libertador Caracas, Venezuela

La fuerza terapéutica del rito funerario de Juan Carlos Delgado Antolín Enfermero, Antropólogo. Responsable de Enfermería EAP Griñón. Área 10 Madrid. Profesor de Cuidados Paliativos en la Universidad Alfonso X el Sabio.

Elias Norbert, La soledad de los moribundos. 2da ed. 1989.

Autor

  • Editora, viajera, lectora, escritora y creadora de contenido. ¿De qué escribo? De este universo y sus habitantes en todos sus ámbitos y rincones, pienso que todo tiene su lado interesante. Me gustará compartirlo contigo.

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