Bebidas alcohólicas y energéticas: mala combinación
Euforia, sensación de júbilo y bienestar son algunos de los efectos que experimentamos cuando consumimos bebidas energetizantes.
¿Sabes que es lo que pasa en realidad en nuestro cuerpo cuando consumimos bebidas energéticas? Cuando ingerimos este tipo de bebidas se genera un estimulo al sistema nervioso central que brinda vitalidad traducida en ausencia de sueño, muy diferente a la energía normal.
La doctora Guadalupe Elsa Pizano Romo, jefa de Nutrición y Dietética del Instituto Mexicano del Seguro Social comenta que debido a sus componentes (taurina y cafeína), estos líquidos pueden producir daños irreversibles en riñón, corazón y sistema circulatorio, así como taquicardia, ansiedad, desesperación y sed.
Las bebidas energetizantes inhiben el apetito por lo que presentan fuertes vínculos con trastornos alimenticios como la anorexia. El IMSS calcula que por cada 100 personas que padecen anorexia, 20 están relacionadas con el consumo de bebidas energetizantes. Lo opuesto pasa con las personas con sobrepeso y obesidad, ya que 40 de cada 100 personas con estos problemas consumen este tipo de bebidas con altos porcentajes de calorías.
Alcohol y bebidas energéticas
Regularmente la gente bebe energetizantes cuando acude a bares y fiestas con la finalidad de disminuir el sueño. Sin embargo, cuando las combina con alcohol lo único que está propiciando es la deshidratación. Pasando el efecto la persona presenta dolores de cabeza, hipertensión, dilatación de pupilas, vómito, hiperactividad, nerviosismo, y en el peor de los casos infartos.
El consumo de 3 o 4 latas de bebida energética con alcohol es equivalente a beber 20 tazas de café expreso, hecho que aumenta la frecuencia cardíaca, somete a un mayor roce la cobertura interna de las arterias y produce irritación que puede generar un coágulo que tape las arterias produciendo un infarto.
¿Cuando no consumir bebidas energetizantes?
Los especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social recomiendan no ingerir estas bebidas mezcladas con sustancias etílicas; en etapas como el embarazo y lactancia, para evitar daños neurológicos en el producto, y evitarlos si se padece diabetes o hipertensión.
Agradecemos al Instituto Mexicano del Seguro Social la información para este artículo
