El poder de un abrazo
La piel, nuestro órgano más grande, posee receptores sensitivos que envían señales a la corteza cerebral. Este mecanismo permite percibir cualquier tipo de sensaciones como: el frío, el calor, una caricia, un apretón, cosquillas, pellizcos, entre otras.
Ante esto, no podemos omitir el peso que tiene la piel en nuestro estilo de vida y por ello podemos afirmar que los seres humanos somos entes de contacto. Tocar y ser tocados es una necesidad y fuente de bienestar.
El abrazo nos hace sentir protegidos y reconocidos. Cuando dos cuerpos entran en contacto el efecto hace que se desencadenen reacciones químicas en el organismo, esto ayuda a reducir el estrés y a formar lazos emocionales con la gente en nuestro entorno.
Algunos investigadores consideran que para muchos mamíferos las primeras experiencias táctiles son fundamentales, ya que cuando la piel del recién nacido es masajeada, los impulsos sensoriales llegan al cerebro y despiertan los centros respiratorios y otras funciones vitales.
En resumen, el cerebro humano tiene mecanismos que desatan el apego, el deseo de la cercanía con los otros, sobre todo de quienes nos resultan significativos. En pocas palabras el abrazar es fuente de salud.
Fuentes: UNAM, www.salud180.com