Tradición otomí celebra a la muerte con mucho color
El festejo de muertos en Querétaro se viste de colores, debido a la tradición otomí que rinde tributo a los que ya se fueron con ofrendas coloridas, danzas, música y rituales que unen el plano físico con el espiritual.
Cada año en el municipio de Tolomán, las familias se preparan con anticipación para levantar su altares y construir sus chímales que son imponentes estructuras de carrizo, recubiertas de plantas silvestres y frutas de la región, símbolo de la resistencia, la vitalidad y sentimiento de identidad de la comunidad.
El Día de los Angelitos
El origen de esta celebración se remonta a la época colonial, la tradición marca que el día 31 de octubre al mediodía, la comunidad debe prepararse para la venida de los angelitos que llegarán presididos por los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
Después se prepara una vigilia en casa del mayordomo en turno, danzas, el ritual de la palangana y una ofrenda en honor al Arcángel San Miguel. Esta ceremonia es acompañada de música de violín, tambora y tamborcito.
El primero de noviembre se despide a los angelitos y se da la bienvenida a los adultos con el repique de las campanas. Se lanzan cohetes y se coloca la comida en los altares como: chiquihuites con tamales, frutas, atole de pirul, pan de angelitos y una veladora para cada ánima.
Los familiares realizan ofrecimientos para conseguir alguna gracia, mediante un singular ritual, utilizan una palangana de madera, donde colocan un cuartillo de maíz o fríjol, doce jarritos de barro, encima de estos un pan que representan a cada uno de los doce apóstoles. Después colocan un jarro grande con pan que simboliza a la comunidad y una vela que alude a Dios.
La fiesta culmina el 2 de noviembre, el día de acudir al cementerio, las familias aprovechan esta jornada para pintar las criptas, decorarlas con flores y se realizan una misa en el lugar.
Fuente: amqueretaro.com/oem.com
